Por IRD²
En México, el arribo de Obrador a la presidencia de la República ha dado lugar a diversas posiciones y conductas políticas. En este artículo damos por supuesto que nadie, al menos desde la izquierda socialista, se atrevería a sostener que el programa de gobierno de la 4T pretende una ruptura con el capitalismo.
En un sector de la izquierda socialista, es usual todavía encontrar el apelativo de socialdemócrata y reformista, para referirse al gobierno de la 4T, pero la medida de los conceptos es insuficiente para describir y explicar lo que observamos y vivimos: En América Latina la vocación reformista no la encontramos uncida a la ideología socialdemócrata, de hecho muchas de sus expresiones las encontramos encabezadas por militares, como veremos más adelante al hacer un recuento de los gobiernos latinoamericanos identificados como populistas.
En México destaca la figura del General Lázaro Cárdenas y el entonces constituido Partido de la Revolución Mexicana (PRM), antecedente del PRI, a quien años después se pretendió ponerle el saco socialdemócrata: “La aparición de esta corriente en México se dio con la fundación del Partido Socialdemócrata en los años ochenta, dirigido por el ex militante priista Manuel Moreno Sánchez. Su participación en las elecciones presidenciales de 1982 pasó a la historia sin pena ni gloria. Sin embargo, la filiación previa de este político nos avisa de una larga y confusa relación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el proyecto socialdemócrata. El PRI, en varias ocasiones, se ha declarado parte de la socialdemocracia y tal pretensión debe ser evaluada con seriedad.”
“En los noventa el PRI pasó de ser “miembro observador” a “miembro consultivo” en la Internacional Socialista (IS). En 2003 este partido se convirtió en miembro pleno de la IS, reivindicando en ese espacio su identidad socialdemócrata. Más allá de esta adhesión formal, difícilmente el PRI calificaría como una entidad socialdemócrata conforme a parámetros políticos serios: durante décadas no abonó a la política democrática propia de la tradición socialdemócrata sino a una autoritaria.” (https://www.nexos.com.mx/?p=43129 ); Jesús Rodríguez Zepeda
En México la categoría y el ideal socialdemócrata se mueven en terreno pantanoso, entre las tinieblas del PRI y los remos extraviados de la izquierda.
El concepto “bonapartista” y/o “cesarismo”, deslizado por Marx en “El 18 brumario de Luis Bonaparte” y otros escritos, es de pronto tentador como opción explicativa de la 4T, en la medida que da cuenta de la existencia de un “bloque de poder” y/o “régimen personal”, que bajo determinadas condiciones históricas, es capaz de privilegiar el interés general de la clase burguesa, por sobre el de sus fracciones.
Pero no olvidemos la “distancia oceánica” que nos separa del “viejo mundo” y la implicación que tiene la diferencia de los contextos históricos, económicos y socio-culturales. Es por lo anterior que se aconseja cautela a la hora de retomar algunos conceptos emergidos del estudio de los fenómenos políticos europeos. En su obra “Fausto”, Goethe nos recuerda que “gris es la teoría y verde el árbol de la vida”.
Desde la derecha, con cepa en el salinismo y el cevallismo, “las rancheras” para referirse a la 4T se cantan diferentes. Aquí las consignas fundamentalistas con propósitos golpistas corean el anticomunismo y en el mejor de los casos, acusan al gobierno de populista con ánimo peyorativo y estigmatizante, tal fue el caso del conocido video de la campaña político electoral contra el hoy presidente, en la que se le calificó como un “peligro para México”
El termino POPULISTA data de mucho tiempo, lo encontramos emparentado con las luchas sociales en distintos contextos históricos, pero el uso arbitrario y discrecional con el que se esgrime, obnubila el alcance explicativo que puede brindar.
No obstante, lo anterior diversos investigadores se han ocupado del estudio del concepto y a partir de la experiencia histórica registrada en distintos países de América Latina, han brindado una caracterización útil para describir lo que hoy acontece en la tierra donde el águila se come a la serpiente.
Un par de años antes de que AMLO ganara la elección presidencial y diera inicio el gobierno de la 4T, desde la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, de la Habana Cuba, el Dr. José Bell Lara, nos aporta 10 características básicas del populismo: (Revista Estudios del Desarrollo Social vol.4 no.3 La Habana sep.-dic. 2016, Ensayo / Ortodoxia, Movimiento 26 de julio, Socialismo, versión On-line ISSN 2308-0132,)
1.- Los movimientos populistas son movimientos pluriclasistas que representan las aspiraciones económicas y políticas de los sectores medios y de amplias capas populares cuya ideología espontánea no trasciende el sistema (capitalista), pero demanda una mejora de su condición social específica y cuestiona la práctica política de la oligarquía.
2.- En la realidad latinoamericana el populismo es un fenómeno multidimensional: económico, político, social e ideológico que expresa la conciencia de un determinado "tiempo histórico" concreto en las sociedades subdesarrolladas: el tránsito de la economía agroexportadora a la economía semi-industrial urbana.
3.- Su liderazgo proviene de los sectores medios y en oportunidades de sectores de la burguesía que propugna un desarrollo nacional. El liderazgo tiende a corporeizarse en una figura carismática. El vínculo de unión entre líderes y masas es una amalgama ideológica con elementos de nacionalismo, antiimperialismo, rasgos socializantes que insisten en la distribución de las riquezas sin cuestionar la propiedad privada, pero se plantea darle una función social.
4.- De ese conglomerado ideológico forman parte también exigencias sociales básicas y una reivindicación moral-social.
5.- Es un movimiento político que goza del apoyo de los trabajadores urbanos y/o el campesinado, pero que no es resultado del poder organizacional autónomo de ninguno de esos dos sectores.
6.- El populismo sintetiza la convergencia de intereses de fuerzas sociales heterogéneas - trabajadores urbanos, clases medias, sectores de la burguesía - que aúnan sus fuerzas contra los sectores oligárquicos para lograr un determinado desarrollo nacional.
7.- Concibe al Estado como agente del desarrollo. Dentro de esta concepción se acentúa su papel intervencionista con medidas para proteger la industria nacional, promover la inversión en ramas decisivas para el desarrollo capitalista, nacionalizar sectores que están en manos extranjeras y que poseen valor estratégico y asumir el desarrollo de sectores no rentables, pero necesarios al funcionamiento del sistema.
8.- El populismo combina a un mismo tiempo, por su naturaleza, elementos conservadores y elementos progresistas, asume un proyecto burgués, pero lo asienta en la movilización popular
9.- Al propugnar la industrialización y la protección a la industria nacional, simultáneamente a la participación popular y la justicia social, logra una amalgama de intereses que lo hace viable como proyecto dentro de determinadas coyunturas nacionales e internacionales.
10.- El éxito del proyecto populista y de sus tareas - la consolidación del mercado interno, la modernización capitalista, el impulso al crecimiento industrial - reduce su atractivo para la burguesía en tanto el populismo no puede prescindir de las masas y de su movilización, lo cual siempre constituye una posibilidad de desbordar el orden establecido.
Cualquier similitud de la caracterización anterior con el gobierno de la 4T en México, NO ES UNA CASUALIDAD, las ideas y practicas populistas, son parte de la historia latinoamericana desde finales del siglo XIX, pero se posicionan como alternativa política, tras la depresión económica mundial de 1929.
En el contexto de la crisis mundial del capitalismo y la gran recesión estadounidense, Keynes postula las tesis centrales del Estado Benefactor (Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero”, 1936) y Víctor Raúl Haya de la Torre en Perú, postula lo que algunos investigadores consideran, los primeros argumentos del populismo latinoamericano (El imperialismo y el APRA, 1929.): “… se puede afirmar que la primera formulación de los elementos centrales que luego definirían el populismo se encuentra en el libro más importante de Víctor Raúl Haya de la Torre, El antiimperialismo y el APRA (1929), pero sin utilizar el término, el cual se popularizaría pocas décadas después. Algunas de sus ideas centrales serían luego retomadas tanto por los regímenes como por la sociología latinoamericana. (Los orígenes del populismo latinoamericano: una mirada diferente, Omar González. https://www.redalyc.org versión on-line ISSN 2443-468X, Cuadernos del CENDES)
Cuando Víctor Raúl Haya de la Torre (V.R.H.T) se dio a la tarea de escribir “El antiimperialismo y el APRA”, lo hizo como respuesta a la dura crítica expuesta por Julio Antonio Mella en su trabajo ¿Qué es el APRA?, publicado en el contexto de la realización en 1927, del Congreso Mundial Antiimperialista, reunido en Bruselas, y en el que se expusieron las TESIS que marcaron la ruptura del APRA, con la Tercera Internacional (COMINTERN).
Aunque la publicación del escrito de V.R.H.T se produjo 7 años después (1937) de su realización y cuando J. A. Mella ya había sido asesinado, las tesis apristas ya eran catalogadas por el Comintern como un pensamiento de orientación POPULISTA.
Entre las tesis que se exponen en “El Antiimperialismo y el APRA” se encuentran:
1.- Que se requería de un marxismo que respondiera a las condiciones concretas del contexto “indoamericano” (termino que toma de Vasconcelos para referirse a “Nuestra América”), por oposición al europeo con matriz en Moscú. En esta dirección, sentenció que, en la Unión Soviética, aún no existía el socialismo, y que prevalecía el capitalismo de Estado.
2.- Que en “Indoamérica” persiste una convivencia de tipo feudal y de tipo capitalista en un mismo Estado Nacional, de esta peculiaridad se desprendería el carácter básicamente extractivo, más que manufacturero, de nuestras economías y en este contexto, el imperialismo constituye el principal obstáculo para el desarrollo independiente y soberano del capitalismo y no se presenta como la “fase superior del capitalismo”, sino que fue el conducto primigenio por el cual se articularon las economías regionales a la órbita capitalista.
3.- Que se requería de la integración de los “Estados Unidos Latinoamericanos”, para hacerle frente y contrapeso al imperialismo, en el marco de una relación colaborativa y de respeto a las soberanías, toda vez que “Ningún país subdesarrollado podría salir de su retraso sin la ayuda económica y tecnológica de los países desarrollados. (“antiimperialismo constructivo”)
4.- Que la lucha antiimperialista y de liberación nacional reclamaba la constitución de un “Frente Único” en el que no solo se requería la participación de los obreros y campesino, sino también de los pequeños propietarios y empresarios, de los profesionistas, los estudiantes y maestros. Su principal referente en este sentido, era la lucha de Augusto C. Sandino en Nicaragua.
5.- Que no podía haber una” revolución social” que modificara las condiciones de vida de los explotados, sin una “revolución democrática”, “Ni pan sin libertad, ni libertad sin pan” (Democracia Social)
6.- Que los “empresarios privados” pueden ser los propietarios de sus recursos, pero el Estado tiene que ejercer control sobre los medios de producción y las riquezas del país.
Muchas de las prácticas e ideas populistas nutrieron la visión política del Estado benefactor, en tanto que, las tesis Keynesianas nutrieron la visión económica del ideario populista. Se configuro así, una trama simbiótica entre ambas corrientes del pensamiento político y económico, de tal modo que, en el plano latinoamericano, emergieron como alternativa a la crisis del Estado oligárquico liberal, que eclosiona a consecuencia de la crisis del 29 del siglo XX y a quien, en adelante, le disputan la hegemonía del Estado-Nacional.
Por lo común, se denomina populistas en el S.XX, a los gobiernos del Gral. Juan Perón en la Argentina (1946-55); de Juan José Arévalo primero (1944-1950) y de su Ministro de Defensa después, el Capitán Jacobo Árbenz Guzmán, (1950-1954), en Guatemala; de Getulio Vargas y la Junta Militar (1930-1954) y João Golat (1961-64) en Brasil; del Gral. Lázaro Cárdenas (1934-40) en México; de Víctor Paz Estensoro (1952-56/1960- 64-1985-1989) y Hernán Siles Suazo (1956-60, 1982-1985) en Bolivia; de José María Velasco Ibarra (1934-35/ 1944-47/1952-56/1956-61/1968-72) en Ecuador; del Gral. Juan Francis Velazco Alvarado (1968-1975), en Perú; del Gral. Omar Torrijos (1968-1981) en Panamá; del Gral. Oswaldo López Arellano (1972-1975) en Honduras y también son considerados como populistas algunos movimientos políticos como el APRA peruano, o el Gaitismo colombiano, fundado por Jorge Gaitán; El “Tenentismo” en Brasil (Siqueira Campos, Joao Alberto Linz de Barros, Juárez Távora y Miguel Costa) en la década del 20 y la Liga militar junto a la revolución juliana en Ecuador (julio 1925).
A la vertiente populista la encontramos también en Cuba, con profunda raíz y tradición hacia finales del siglo XIX, pero brindando combatientes, apoyo logístico e ideas programáticas al “Movimiento 26 de Julio”, en la primera mitad del S. XX.
En México, el populismo se asoma en la consumación de una Revolución burguesa, reivindicada en la constitución del 1917, considerada una de las más avanzadas de su época en materia de derechos sociales, destacando el articulo 123 y el 27 constitucional. Lo encontramos también en el gobierno Cardenista, Bajo el signo “socialista”, del “populismo cardenista” y de la mano de Lombardo Toledano, se constituye el Partido Popular Socialista, instrumento imprescindible para entender el corporativismo del movimiento obrero y campesino, que se prolongaría por décadas en la historia de México, no obstante lo anterior, es con el cardenismo que surgen las Normales Rurales, de donde emergen, posteriormente, luchadores sociales como Lucio Cabañas Barrientos, Comandante y fundador histórico del Partido de los Pobres, con su célebre consigna : ¡¡Ser pueblo, hacer pueblo, y estar con el pueblo¡¡, mientras en sus “discursos de la sierra”, explica a sus combatientes, predominantemente campesinos, la diferencia entre pobres y ricos, para revelarles las condiciones de clase social que subyacen en la explotación capitalista y en el horizonte socialista. Que decir de los comandantes Arturo Gamiz, Pablo Gómez y Oscar González Eguiarte, líderes de las juventudes y militantes del PPS, impulsores de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), que abren en México la gesta armada por el socialismo, con el asalto al Cuartel Madera en Chihuahua y mueren con el epitafio del general que los sepulta, arrojando sus cuerpos inermes a una fosa común: “tierra querían y harta tierra les damos”
La narrativa populista cabalga también con los “oprimidos”, con “los de abajo”, en la “conciencia popular” en forma radical y armada, revolucionaria, con una matriz pedagógica, propia del maestro que entiende de secuencia didáctica en el aprendizaje que conduce a la conciencia de clase proletaria, desbordando en la práctica el “adoctrinamiento bancario” de los postulados marxistas.
Desde antes del triunfo electoral obradorista, las consignas de “primero los pobres” y al “carajo las instituciones” formaron parte de la narrativa de lo que hoy es la 4T, y esos pobres se convirtieron en una voluntad popular de 30 millones de mexicanos que empujaron y aun empujan por la reversión del proceso neoliberal que los condena a la miseria y al capitalismo salvaje y sin tener un horizonte socialista, están dispuestos a salir a las calles al llamado de “su líder” y es justamente en las calles y en los caminos de la sierra donde se “empodera lo popular” y se producen las “transiciones de la conciencia”.
La lucha callejera, como los caminos de la sierra, alientan y acrisolan el “instinto del pueblo”, como “sabiduría popular”, tensan, además, usualmente hasta la muerte o la cárcel, la contradicción de las facciones burguesas que se disputan la nación. Es ahí donde la democracia participativa y las consignas socialistas, se convierten en punto de ruptura con lo viejo que no acaba de morir y con lo nuevo que no acaba de nacer.
En la lucha por el poder, la liberación nacional y el socialismo, tres casos en américa latina son paradigmáticos por sus triunfos: la Revolución Cubana con Fidel Castro como líder histórico indiscutible, la Revolución Sandinista concebida por Carlos Fonseca Amador y la Revolución Bolivariana con Hugo Chaves Frías en Venezuela. Otro es el caso boliviano y su proyecto de Estado Plurinacional, inédito en su configuración ideológica-política, de orientación socialista.
Ninguna de las revoluciones triunfantes en América Latina, se caracterizó inicialmente por el abanderamiento explícito de su postulado marxista y/o leninista, aun cuando entre sus cuadros y combatientes, esto era más que un secreto a voces. En estos casos, la “conciencia socialista” transito velada en la “conciencia popular” por la narrativa antiimperialista, anti dictatorial y anti oligarca neoliberal.
De la conciencia de una coyuntura, determinada por el anhelo de la modernización capitalista y el Estado republicano, en contradicción con el “destino manifiesto” imperial y su “consenso” neoliberal, hoy se abre camino la conciencia socialista de las masas, como una experiencia de lucha vivencial. Es nuestra tarea facilitarle al pueblo el “asalto a la razón” capitalista.
En esta dirección la “democracia participativa” tiene un “rostro plebeyo”, irreverente, entendido en sentido estricto, evoca el “poder del pueblo”, más no es con el debate parlamentario, ni con la revocación de mandato, ni con la consulta popular, ni con la suspensión del fuero presidencial, como la “voluntad popular” transita a fuerza social por el socialismo, aun cuando éstas conquistas, desde el punto de vista constitucional y republicano, ayudan y apuntalan el tránsito de la conciencia popular a conciencia de clase, en la medida en que le brinda consignas a la lucha social y política contra la deriva fascista y se constituye en nuevos punto de partida para la movilización como acción de resistencia.
Es de suyo sabido, entre quienes han estudiado el fenómeno populista, que éste tiene también una presentación elitista e institucional, es un populismo liberal y ramplón, por su temor a la movilización popular, que lo encontramos en México, prendido de la revolución mexicana, sublimada a condición de “mito”, como una sombra distorsionada del cardenismo, en presidentes como Adolfo López Mateos y López Portillo, evocando un nacionalismo con fines contrainsurgentes, estatizando la banca y administrando Pemex hasta la quiebra; lo encontramos en el denominado “milagro mexicano” y la política de sustitución de importaciones.
Esta es la deriva del populismo que, teniendo una raíz plebeya, queda atrapado y se esclerotiza enredado entre los intereses de la burocracia, de los gestores sociales subrogados, asfixiados por las presiones fiscales derivadas del gasto social benefactor-clientelar, y de otras contradicciones inherentes al Capitalismo de Estado y a la composición hibrida de su bloque de poder.
Si la alternativa populista ensamblada al Estado benefactor prescinde o renuncia de la movilización popular, se condena al colapso como proyecto de transformación nacional; compromete su modelo de acumulación capitalista y colapsará frente a la resistencia imperial y sus corifeos nacionales, hoy embarcados en el proyecto mundial de dominación transnacional, fincando como núcleo corporativo de dominación y de poder, a los organismos financieros internacionales. (Globalización capitalista)
En sus vacilaciones, inherentes a la conformación social y política, de un bloque de poder hibrido en su composición de clase, el Estado Benefactor- populista, no tardará en suplantar la naturaleza “carismática de su líder”, por formas institucionales y “nuevos liderazgos”, que expresando los interés de una pequeña burguesía industrial, de una burocracia gerencial y de una intelectualidad jacobina, asentarán su condición de dominio con una tendencia clara al autoritarismo y a la subordinación del gran capital, cuando no al retorno de las posiciones perdidas por las fracciones neoliberales. Este recorrido lo hemos visto en México y en otros escenarios históricos de Nuestra América.
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