Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Ponencia de Izquierda Democrática Popular en el Homenaje al Comandante Lucio Cabañas en Morelia, Michoacán.

Compañeras, compañeros, todos los presentes.

Agradecemos su asistencia a este sencillo homenaje que los convocantes decidimos hacer para recordar la imagen revolucionaria que la lucha popular encarna en el maestro guerrillero, comandante Lucio Cabañas Barrientos.

Este año, la convocatoria a este evento tiene como ejes la defensa del normalismo rural, la oposición al militarismo iniciada por el régimen neoliberal y continuada por el obradorismo y la unidad de la lucha por el socialismo. Estos tres ejes tienen que ver, desde nuestra óptica, con la coyuntura política nacional y la necesidad de que el pueblo pueda construir y contar con una alternativa que realmente signifique un cambio radical a la estructura de dominación y opresión de clase del sistema capitalista.

Es la primera vez que nuestras organizaciones realizamos este evento aquí en Morelia, Michoacán. En años atrás, hemos coordinado nuestros esfuerzos en la conmemoración de Lucio Cabañas, en diferentes puntos en la Ciudad de México y en Toluca. Hay implícito en ello la realidad histórica de que fue en este estado la cuna del normalismo rural, ya que la primera escuela normal rural nació en Tacámbaro, con lo que se inició el intento de dar respuesta a la demanda del campesinado que luchó en la guerra revolucionaria de 1910-1917.

I. Normalismo Rural

Las Escuelas Normales Rurales son producto de un proceso revolucionario, nacen en 1922 con la idea de imprimir un cambio en las comunidades rurales a través de la educación. El plan consistió en formar maestros con la capacidad de enseñar a leer, a escribir e introducir nuevas técnicas de agricultura. Enseñar para producir.

Para este objetivo de hacer más productivo al campo, se crearon las Centrales Agrícolas, que contemplaron el manejo de nueva maquinaria y una organización cooperativa de los campesinos. Estos dos parámetros son, quizás, dos indicios importantes de lo que históricamente más tarde Lázaro Cárdenas llamaría “educación socialista”
El mural pintado por Diego Rivera en 1924, intitulado “La maestra rural”, en el interior de la Secretaría de Educación Pública nos muestra la visión que en aquel momento se tenía respecto a la educación para el desarrollo revolucionario. En la pintura aparece una maestra dando clase en pleno campo. Los alumnos a su alrededor incluye a niños, adultos y ancianos. Más allá se observa a unos campesinos labrando la tierra manifestando la conexión de la educación de los campesinos con la producción agrícola.

Las dos bases del proyecto se evidencian con la fusión de las escuelas rurales con las centrales agrícolas en los años treinta. Juntas se les nombró regionales campesinas, contaron con un plan de estudios de cuatro años y estaban destinadas a formar tanto a maestros rurales como a técnicos agrícolas.

Pilares de este modelo de producción agrícola y desarrollo en el campo, los estudiantes, obviamente de origen campesino, y la estructura cooperativa que se proponía para la organización campesina. Había una meta a corto plazo, hacer posible la autosuficiencia.

La decisión se reflejó en el crecimiento del normalismo rural, que para 1926, oficialmente pasaron de ser regionales campesinas a ser normales rurales, y para 1931, ya existían 16.

Las escuelas normales rurales, desde principios del siglo XX, se pensaron desde el Gobierno con un carácter educativo, político, social y cultural, como la columna vertebral del sistema educativo mexicano, considerando que en aquél momento histórico la mayor parte de la población mexicana vivía en el campo y fue el campesino, quien mayoritariamente participó en la revolución.
 Llegaron a existir 36 planteles. Y para darnos una idea del abandono de esta política y posterior confrontación en contra del las escuelas normales rurales contamos en la actualidad con 17.

Cada institución de nivel superior cuenta con una esencia que la caracteriza como única. La que diferencia a las normales rurales de las otras instituciones normalistas –y de todas las instituciones de educación superior, incluyendo universidades e institutos– está basada en una educación integral de cinco ejes: político; académico, cultural, módulos de producción y deportivo. El objetivo de una normal rural no es sólo formar docentes capacitados en la enseñanza de la educación primaria, sino de cubrir las necesidades que se requieren en una comunidad rural.

Con el eje político se busca formar personas críticas, analíticas y reflexivas; informadas de lo que ocurre en el país y las causas de la pobreza y las condiciones materiales en que viven las comunidades rurales; también busca desarrollar las capacidades de interlocución, gestión y organización de los alumnos.

El eje académico se desarrolla con el plan de estudios formal y la malla curricular establecida por las autoridades educativas federales.
La integración de clubes de pintura, música, danza, teatro, entre otros, cubre el eje cultural.

 Los clubes realizan caravanas en las comunidades aledañas a las escuelas.
 El eje de los módulos de producción reivindica el carácter rural y campesino de los estudiantes, tanto en su origen como en su formación profesional. Se busca que los alumnos se capaciten en la crianza de ganado y la producción de tierras. Como en el eje cultural, el eje de los módulos de producción permite un vínculo estrecho con las comunidades circunvecinas.

 El eje deportivo también está organizado en clubes: de futbol, voleibol, basquetbol, tae kwan do y natación.


En 1934, los estudiantes de la normal rural de Tamatán, Tamaulipas, hicieron un llamado a todas las normales rurales del país con el fin de crear una organización estudiantil que defendiera sus derechos como hijos de campesinos. El primer intento solo logró reunir a estudiantes de cuatro normales en la escuela de Santa Lucia, en Durango. Pero al año siguiente, en 1935, en la escuela de El Roque, Guanajuato. Con la asistencia de la mayoría de estudiantes de las escuelas normales se fundó la organización estudiantil más antigua del país: la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM).

  Fue la organización estudiantil campesina la que le fue imprimiendo al Normalismo Rural la orientación marxista y en sus postulados se comenzaron a reflejar las ideas socialistas expuestas por el comunismo científico y la necesidad de aliarse con el proletariado en la lucha por la transformación social, asumiéndose al mismo tiempo como proletarios.

La organización estudiantil, atendiendo al eje político del normalismo rural, agregaría al objetivo educativo y productivo del proyecto educativo emanado de la revolución, la visión marxista del nuevo proceso revolucionario.
Entonces, el concepto de las escuelas normales pasó a plantearse claramente la formarción de docentes que impartan clases en los lugares más marginados, generalmente comunidades campesinas; la misión de todo normalista rural es combatir la ignorancia en los pueblos, luchar contra el analfabetismo y obtener un cambio social y cultural. Es por eso que mientras la pobreza exista y continúe la explotación del hombre por el hombre, las normales rurales tendrán razón de ser.

Por otro lado, El normalismo rural se convirtió en la alternativa para los hijos de campesinos de escasos recursos.

Y se fueron creando las condiciones para que de estas escuelas surgieran revolucionarios como nuestro Comandante Guerrillero Lucio Cabañas, donde desarrollo su capacidad docente, su liderazgo y compromiso como organizador del pueblo.

Tal vez fue ahí dónde no solo descubrió su vocación docente, sino también su vocación de liderazgo e instinto de organizador del pueblo.
En cada región del país las normales rurales están asociadas a importantes luchadores sociales como Pablo Gómez, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Othón Salazar, José Santos Valdez y Misael Núñez Acosta, por mencionar algunos.

III RESISTENCIA

Desde hace varios años las normales rurales a través de la FCSUM, ha estado en constante confrontación y resistencia ante la política educativa neoliberal que ha pretendido desaparecer al normalismo rural. Por cierto, resistencia que ha sido acompañada por el pueblo.

Algunos hechos que podemos recordar para ejemplificar este enfrentamiento:

La batalla por la normal rural Luis Villareal “El Mexe”, en enero del 2000, ante la exigencia de los por más becas, el gobierno de Hidalgo respondió cortando el agua, el gas y la comida al internado.

 Poco después se trató de cerrar la normal. El gobierno mandó granaderos para apoderarse de “El Mexe”.

La resistencia popular se manifestó en defensa de la escuela. En la batalla, la comunidad de Tepatepec capturó a 68 de los granaderos, quienes fueron atados y expuestos semidesnudos en la plaza del municipio Francisco I. Madero. La comunidad aceptó liberar a los policías a cambio de los estudiantes normalistas que habían sido detenidos en la defensa de la normal. Pocos días después, la Policía Federal Preventiva tomara la UNAM, para romper la huelga del CGH.

En julio de 2008, el gobierno logró cerrar “El Mexe”.

Durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, se cerraron 15 de las 29 escuelas que existían en el país. Entre los argumentos, el presidente acusó a las normales de ser nidos comunistas.

El 1º de diciembre de 2007, la Policía Federal Preventiva reprimió a los jóvenes estudiantes de la normal de Ayotzinapa cuando tomaron las casetas de cobro en la autopista del Sol, exigiendo que se les garantizaran plazas de trabajo, demanda que, según los estatutos de las normales rurales, es un derecho. Un normalista tirado en el asfalto con la bota de un policía sobre su cuerpo es una de las imágenes difundidas por la prensa.

En noviembre de 2008, los normalistas de Tiripetio fueron detenidos por la policía del estado cuando intentaban trasladarse a Morelia en camiones que habían tomado: la batalla significó gases lacrimógenos, patrullas incendiadas, palos, piedras y bombas molotov; 133 jóvenes detenidos. El conflicto con el normalismo muestra de la radical confrontación de los gobiernos burgueses con el proyecto socialista que represenan los estudiantes de las normales.

Que decir de nuestro 43 compañeros desaparecidos y la lucha que por su presentación con vida se ha desarrollado desde el 2014, que ha incluido grandes movilizaciones, plantones, foros, encuentros, asambleas, etc.

El respaldo popular se ha visto reflejado como otro componente del proyecto del normalismo rural.

Recientemente hemos visto en la resistencia a la normales rurales de Mactuzamctzá en Chiapas y de Teteles, Puebla. En Tlaxcala, se vivió una situación similar, en Panotla, donde la represión a las movilizaciones de las normalistas ya costó la vida de una estudiante.

 No nos debe sorprender la actitud de la administración obradorista con respecto a las normales Rurales, ni mucho menos la actitud de los gobiernos estatales morenistas, que en un despliegue de oportunismo el cual les es inherente, cambiaron de bando a tiempo para encabezar las listas en las candidaturas. Tan solo Tlaxcala y Puebla, dos estados gobernados por morenistas chapulines, las normales rurales que se asientan ahí, han sufrido una represión brutal.

 Las compañeras de Teteles, Puebla han sido acosadas permanente. El hostigamiento está encabezado por el Subsecretario Luciano Concheiro, de quien presume en su currículum institucional haber sido participe del movimiento de 1968 y militante del Partido Socialista Unificado de México.

El objetivo es desaparecer el comedor y el internado, al mismo tiempo que someter a la planta educativa en la lógica de la evaluación por organismos privados encargados de la certificación, bajo parámetros abiertamente tecnocráticos.  Esto tendría como consecuencia la desarticulación de la organización estudiantil y su obvia desvinculación con el referente nacional que significa la FECSM.

Sin duda, estos episodios ya son muestra de la confrontación entre el liberalismo de la autodenominada 4t y la organización estudiantil más antigua de nuestro país que se ha reivindicado desde siempre con un horizonte socialista y comunista.

IV.- El movimiento socialista debe unificarse en el apoyo a la FCSUM

La lucha de los estudiantes por su sobrevivencia organizada y del proyecto educativo socialista de las normales rurales no puede quedarse sin el respaldo popular. La solidaridad y la defensa de los proyectos organizados por el socialismo requieren de la participación de todas las organizaciones que luchan por la revolución socialista.

Esta es una de las importancias de la resistencia de la FCSUM, pues su existencia implica un esfuerzo unitario que debe prevalecer y al mismo tiempo un ejemplo para el resto del movimiento socialista, que debe romper con las ataduras que históricamente le han impedido convertirse en una alternativa lo suficientemente fuerte para incidir en la vida política del país y en la organización del pueblo.

La unidad de los socialistas y comunistas es más relevante ahora que el obradorismo se enfrenta a la coyuntura electoral y a un posible gobierno que aún con la bandera del obradorismo y del movimiento de Morena, comience a fracturarse y apartarse del propósito popular que se le ha imprimido a la llamada cuarta transformación.
Estas circunstancias, la división en las filas del morenismo y un giro en contra de las medidas populares, con el consecuente desencanto de amplios sectores del pueblo, hacen necesario la presencia de una alternativa política que enarbole claramente la profundización de las conquistas del pueblo en sus demandas inmediatas, de la defensa del medio ambiente y por el agua, en la conciencia popular en la alternativa socialista ante el capitalismo que pregona el liberalismo y el neoliberalismo, en la necesidad de enfrentar el dominio imperialista y de preparar la voluntad de combatir del pueblo mexicano.

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