Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

miércoles, 4 de mayo de 2022

Revista Poder Popular Número 5

EDITORIAL

EL IMPERIALISMO: “EL SEÑOR DE LA GUERRA” 

El dominio imperialista global 

El capital nace con la guerra, crece, se reproduce y se desarrolla con la guerra. Al exponernos la violencia y el despojo con el que se crea el capitalismo durante la acumulación originaria Marx dice: “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”. La guerra es como es su flujo sanguíneo, está ligada a la concentración y a la acumulación. El Capital busca desaparecer al otro, ser el único, compite para eliminar la competencia. Es la lucha por sobrevivir y a la vez por dominar, pues dejar de competir lleva como consecuencia una sentencia de muerte. Hay una guerra entre capitales y no sólo es de producción o comercial. El capital se arma hasta los dientes, hace la guerra, provoca guerras, come de las guerras. Las empresas más débiles desaparecen, son conquistadas por las grandes, el capital se va concentrando cada vez en menos manos. Con la concentración del capital aparecen los monopolios y con aún mayor concentración los trust y los cárteles. En su formación se impone el terror. Marx dice al respecto: “(…) El capital tiene horror a la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 por 100 y acudirá adonde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya animado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen ganancia, allí estará el capital encizañándolas. Prueba: el contrabando y la trata de esclavos”. Los grandes consorcios se apoderan de los gobiernos, controlan los Estados y el capital se extiende a todo el mundo. En zonas donde no se había incubado, el capital se impone con su poderío económico y militar, destruye relaciones sociales, realiza un despojo que fortalece la acumulación y la concentración, somete poblaciones, las elimina, las confina, las deja sin nada. El capital se alza en el mundo como amo y señor. Dice Lenin en el prologo a la edición francesa y alemana de “El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo”: “el capitalismo ha elegido ahora a un puñado de países excepcionalmente ricos y poderosos —menos de la décima parte de la población mundial; menos de una quinta parte, si hiciésemos un cálculo más “generoso” y liberal”— para que saqueen el mundo entero con un simple “corte de cupón N”. El capitalismo le ha impuesto a la humanidad la guerra permanente. Ha logrado conquistar al mundo y se sostiene con su armamento. Este no sólo se conforma de armas de fuego y de destrucción masiva, la guerra es en todos los francos, en el ideológico y mediático, en el militar, en el económico, en el financiero. Es pues ¡lucha de clases! Y aunque su enemigo mortal es el proletariado y los pueblos subyugados, la concentración alcanzada con el imperialismo no acaba con la competencia. Los capitalistas, los consorcios, los cárteles y los truts, a pesar de sus pactos y acuerdos, tarde o temprano vuelcan sus armas contra la competencia, y vuelve la guerra entre el capital, que, al fin y al cabo, busca destruir al otro, dominarlo, también es a muerte y no tiene fin. El imperialismo nos acostumbra a la violencia, habla de la paz, pero construye ejércitos, cuerpos de policía, fábricas de armas, bases militares e invade pueblos. Crean terroristas y narcotraficantes, sicarios y mercenarios. Nos sumerge en el mundo del bien y el mal, donde los buenos son ellos y los malos quienes se le enfrentan. Dicen que son los defensores de lalibertad mientras aprietan con su bota militar la cabeza de la humanidad. Después de la primera y segunda guerra imperialista del siglo XX, se erige como nueva potencia mundial capitalista los Estados Unidos. Pero como contrapeso, con la derrota del fascismo-nazismo y la victoria de la gran guerra patria se fortalece la revolución de octubre de 1917. El mundo vivirá durante el siglo XX la llamada guerra fría. Con la derrota de la URSS, los comienzos del siglo XXI están marcados por el dominio absoluto del imperialismo estadounidense. Impone el dólar en sustitución del oro, así como la política de la deuda para someter gobiernos y a través de éstos a los pueblos perpetuando su dependencia con intereses que aumentan a su arbitrio. Se expande la política neoliberal y el dominio del bloque financiero, fiscal y monetario en el mundo. Se fortaleció el complejo empresarial militar en Estados Unidos con la privatización de las empresas de guerra y de los ejércitos. Todo gobierno que no esté subordinado a este bloque e intente realizar su destino y ejercer su soberanía con independencia es agredido. La guerra sigue siendo un pilar de este modelo unipolar en el mundo, y se organiza, promueve y desarrolla el terrorismo y el narcotráfico para justificarla. Al fin de cuentas, atrás de la actividad de éstos están las sumas multimillonarias que abonan a la riqueza de los capitalistas. Con el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones creció el poder de los medios de comunicación de masas como instrumento de dominación. Bajo el control de Estados Unidos se convierten en pieza primordial para imponer la visión del mundo y los valores de las clases dominantes. A las poderosas empresas hollywoodenses como la Warner Brothers, Disney o la Fox, que dominan el mundo periodístico noticioso en el mundo, se suman Apple, Twitter, Google, Microsoft, Facebook y Amazon. Pero el siglo XXI también es escenario del desarrollo de países como China, que se encamina a convertirse en la principal economía del mundo. Rusia se levanta como otra amenaza al imperialismo yanqui sobre todo por su crecimiento militar. Alrededor de ellos, como fieles de la balanza están Sudáfrica, Irán, India y Paquistán, estás últimas dos con poderío nuclear. Entre otros y otras características, el mundo de hoy reclama el fin de la hegemonía del imperialismo gringo. La imposición imperialista tiende a justificarse con la idea de la superioridad de la raza, de unos pueblos por sobre los demás, la doctrina del destino manifiesto llevada a su concepción nazi-fascista, que en su versión sionista tiene un campo de concentración y eliminación en que el imperialismo y sus asociados han convertido a Palestina. Además de esta coyuntura internacional, la metrópoli imperialista acusa una de sus peores crisis interna, social, económica y política. Sólo para tener una idea de la magnitud del problema político que se vive basta mencionar el asalto del Capitolio por partidarios del ex presidente Donald Trump, después de la crisis electoral de 2021. En materia económica la contracción que está viviendo es peor que la recesión en 2009, y en lo social es de importancia el movimiento latente del Black Lives Matter por el racismo y supremacismo blanco exacerbado que existe.   La Guerra en Ucrania. Sobre la guerra en Ucrania se han expresado diferentes posiciones. Las que no se pliegan a la versión maniquea propagandística de los mass media del autodefinido bloque occidental, la interpretan como un enfrentamiento entre potencias imperialistas Rusia y Estados Unidos por un nuevo reparto del mundo. Otra lectura ve la guerra de Ucrania como una agresión del imperialismo yanqui contra Rusia como parte de una estrategia para conservar su dominio mundial, ante la amenaza de ese país y China. Estamos observando la clara decadencia de la proclamada civilización occidental en su expresión unipolar, expansionista, globalista financiera, centrada en la forma improductiva de obtener dinero sin vínculo con la economía real, con la producción y el trabajo, que ejercen su dominación a través de los bancos centrales y locales, organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional y superbanqueros “globalistas” como Black Rock dirigida por Larry Fink o la dinastía Rothschildque y controlan la moneda de cada país; afectando la acumulación de capital. La guerra en Ucrania no es simplemente por el control del territorio. El futuro de la humanidad, de la naturaleza y la vida están en juego. Ahí se confrontan dos esquemas de poder que componen la contradicción principal a nivel internacional entre una fuerza que empuja al multipolarismo plurinacional y otra que representa el globalismo unipolar financiero. La guerra en Ucrania está relacionada con el empecinamiento dl imperialismo de ampliar hacia el este la OTAN (Declaración de Bruselas 2021, la OTAN definió a Georgia y a Ucrania como aspirantes oficiales a ingresar a la OTAN) y cercar el territorio ruso mediante un enorme aparato militar, y la necesidad definida por el gobierno ruso de desarticular las acciones técnicas militares de la OTAN desarrolladas principalmente desde el 2014 a raíz del golpe de Estado, que incluyen la instalación en el territorio de Ucrania de campos para desarrollar capacidades de guerra biológica, capacidades de guerra bacteriológica y capacidades de guerra nuclear.  Lo cierto es que en la guerra de Ucrania existen los siguientes hechos: 1.- El avance de la OTAN en países de Europa Oriental como Polonia, Rumanía, Hungría, la República Checa, Georgia, entre otras. 2.- La política intervencionista del imperialismo yanqui en los países que conformaron la URSS promoviendo y financiando golpes de Estado, como en la misma Ucrania, Kirguistán y Georgia, para después establecer bases militares y fomentar su incorporación de la OTAN. 3.- Producto de esta política intervencionista se produjo el golpe de Estado en Ucrania, la imposición de un gobierno títere del imperialismo y su intención de convertir a Ucrania en una base militar de la OTAN. 3.- El fomento a la guerra con el apoyo armamentista al gobierno de Ucrania por el bloque imperialista yanqui. 4.- La existencia de plantas de producción de armas químicas y biológicas por parte del imperialismo yanqui en Ucrania. 5.- El carácter nazista-fascista del gobierno ucraniano y su abierta agresión a los rusos. 6.- La guerra desatada por el gobierno nazista- fascista de Ucrania en el Dombás. 7.- El uso de la mentira a través de la maquinaria propagandista del imperialismo yanqui contra el gobierno ruso y contra los rusos; así como de la censura a los medios que difunden la versión rusa de la guerra en Ucrania. Lo más destacado de esta campaña mediática es el blanqueo y el silencio ante el carácter nazi-fascista del gobierno de Ucrania, de la operación de los cuerpos armados paramilitares reivindicando el nazismo en contra del pueblo ruso y de la existencia de plantas de armas bioquímicas en el territorio ucraniano. 8.- El carácter sumiso y lacayo de los gobiernos europeos, principalmente de Francia y Alemania ante la política del imperialismo Yanqui que los sacrifica económicamente con su guerra económica-financiera contra el gobierno y el pueblo ruso para favorecer la economía estadounidense y a costa de que la guerra se extienda hacia el occidente de Europa. 9- El peligro eminente, como no lo ha estado la humanidad antes, ni siquiera durante la guerra fría, de una confrontación nuclear. 10.- El silencio que los medios de comunicación dominados por los autollamados bloques occidental (Japón y Sur Corea incluidos) han guardado con respecto a las otras guerras fomentadas y apoyadas por su imperialismo en Palestina, Yemen, Somalia, Sudán del Sur… Ante esta situación mundial, en la lucha antiimperialista y por el socialismo se hace necesario: 1.- Exigir el desarme mundial, sobre todo en lo que concierne al armamento nuclear y de todo tipo de armas de destrucción masiva, incluidas las armas químicas y biológicas. 2.- Exigir la condena del nazismo- fascismo del gobierno y de las tropas ucranianas apoyadas por los gobiernos de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia y la Unión Europea; así como la campaña rusofóbica orquestada por los medios de comunicación. 3.- Condenar la guerra en contra de los territorios autoproclamados independientes de Lugansk y Donetsk desde el 2014 por las tropas nazi-fascistas de Ucrania. 4.- Condenar la instrumentalización militar de los medios de comunicación que se valen de la mentira y la censura para ocultar o parcializar la realidad de los acontecimientos a la opinión pública. 5.- Condenar las pretensiones expansionistas del imperialismo yanqui con la OTAN en Europa. 6.- Condenar la tercerización de la guerra a través de la contratación de mercenarios y sicarios de corporaciones privadas y del narcotráfico para prolongar la guerra en Ucrania. 7.- Pronunciarse a favor de la paz, contra el negocio de las armas y por un mundo multipolar que favorezca la amistad, la igualdad y el respeto en las relaciones internacionales.


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