Con el ánimo de
comprender las diversas consecuencias en los diversos rubros de la construcción
política, en Izquierda Democrática Popular emprendimos una reflexión interna,
de la cual quedó como resultado el siguiente cúmulo de reflexiones.
¿CÓMO VIVIMOS LA
PANDEMIA EN NUESTROS ESPACIOS DE CONSTRUCCIÓN POLITICA?
La pandemia tuvo
su origen en China y se expandió rápidamente hacia algunos países europeos, los
cuales han sido reconocidos como estados desarrollados, o bien
industrializados, poseedores de recursos, instituciones y personal de salud de
reconocido prestigio y calidad.
Una de las acciones que más resaltan es, como tras el anuncio de la pandemia en un poblado de China se creó entorno a ello toda una parafernalia de información por los medios masivos, enfocándose principalmente en exacerbar el sentido de la peligrosidad de lo que se avecinaba.
La forma que adquirió la difusión de las
consecuencias del COVID-19 tenía el propósito de generar miedo, propagar el
temor, la amplia mayoría de las veces fundados en información falsa, y
disfrazar como “medidas de precaución” la generación de pánico.
Lo que sí es claro
es que la pandemia deja al descubierto la situación de pobreza de salud
generalizada vivida por las poblaciones, esto como un producto del sistema
neoliberal. Es momento de reflexionar sobre las prácticas sociales, formas de
organización, de modelos políticos. Así mismo es momento de poner en el debate
el desarrollo social como proceso humano y no dando prioridad a la riqueza
económica planteada en el capitalismo, sino que el objetivo de la producción
sean las personas.
Con esta pandemia
los más vulnerables son las personas de sesenta años y más. Pero una vez más
este sistema capitalista pone de manifiesto que si esto ocurre no es porque
biológicamente sean los más susceptibles, sino porque son los más desprotegidos
socialmente. Para el capitalismo el objetivo de la producción es la riqueza
material para el lucro y el derroche y no para ampliar, equipar y hacer
corresponder los servicios, insumos e instituciones de salud con las
necesidades humanas de las poblaciones que deben disfrutar del derecho
universal a la salud.
Ahora bien, en
plena era digital donde las naciones del mundo están interconectadas en todos
los campos del saber y del desarrollo; educadores, padres de familia y
estudiantes quedaron aislados literalmente en el claustro domiciliario por la
incapacidad de las autoridades educativas del país, por instalar a los tres
integrantes de la comunidad escolar en una misma frecuencia y plataforma
tecnológica para mantener el ritmo de enseñanza- aprendizaje fuera de las
aulas.
Es cierto que un
factor muy marcado en este desfase comunicacional que se produce a través de
las redes digitales, está claramente condicionado por la situación de pobreza
en que viven muchas familias y que les impide adquirir los equipos y programas
informáticos necesarios para integrarse a la comunidad digital, pero la realidad
es que también se observa como la disponibilidad de esas herramientas digitales
se aprovecha espléndidamente para cuestiones de diversión mercantilizada, pero
no para una mejora de los programas educativos por la vía digital en favor del
estudiantado.
Si bien los
estudiantes se mantienen actualizados en el manejo informático de las nuevas tecnologías, el magisterio y
los padres de familia se ubican en claro rezago que los mostró como analfabetas
para atender la emergencia sin interrumpir el proceso educativo de los
estudiantes, pero más grave a un representa la falta de comunicación y
confianza que se tiene entre autoridades educativas y padres de familia para
atender una causa común, como son los hijos de padres de familia, pero alumnos
a cargo de los primeros.
No se debe pasar
por alto que el mundo está transitando de una sociedad de la información a una
sociedad de comunicación. Así que traducir la información en conocimiento es
Imposible cuando no hay articulación en el engranaje educativo: maestros,
padres de familia, estudiantes y el uso de la tecnología digital.
Además de las
consecuencias de la pandemia en los procesos educativos, todo esto vino a
desnudar un sistema de salud colapsado desde hace mucho tiempo atrás por las
políticas neoliberales de privatización y corrupción, que han dado como
resultado el aumento de mortalidad por enfermedades degenerativas tales como la
obesidad, la diabetes y la hipertensión.
En esta pandemia
la institución en la que se atiende la salud se convierte en un factor de
riesgo de muerte: ser hombre incrementa el riesgo en un 80% con respecto a la
mujer, tener más de setenta años lo incrementa más de 24 veces respecto a tener
edades menores, ser indígena lo incrementa en 53%, ser hipertenso, en 51% ser
obeso, en 34%, ser diabético incrementa el riesgo en 89 %, pero ser atendido en
el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS ) o en el Instituto de Seguridad
y Servicios Sociales de los trabajadores del Estado ( ISSSTE) lo incrementa en
380%.
Los datos
expuestos dan cuenta del escenario catastrófico al que se arribó y que no ha
concluido, pues tiene su explicación en la existencia de regiones y grupos
sociales con grandes carencias en un sistema de salud incapaz de dar respuesta
adecuada.
A lo anteriormente
dicho, el fin que se impuso fue causar miedo, pánico; esto se ha conseguido,
sin ninguna duda, ahora falta la medida “sanitaria” ¡quédate en casa!, no
salgas si no es necesario: esta medida fue aplicada de diferentes formas en
diferentes partes del mundo: hubo lugares en donde se realizó con toque de
queda, se utilizó la represión, estas medidas revelaron ante el mundo los
perfiles autoritarios de gobernantes de estados y municipios en el país, el
virus fue utilizado como el pretexto para mostrarse los gobiernos tal cual
eran.
Ahora bien, esta
pandemia trae consigo un golpe a la economía de miles de familias vulnerables
de México, debido a que se les ha negado el derecho a laborar o en el peor de
los escenarios han sido despedidos de sus lugares de trabajo.
Además de que
micro, pequeños y medianos comercios se han visto en la imperiosa necesidad de
despedir a sus trabajadores, precisamente porque han tenido que cerrar debido a
estas políticas de implementación por parte de los gobiernos.
Finalmente, una
alternativa que debemos enarbolar es pasar a la resistencia construyendo una
narrativa distinta a la oficial y de los medios masivos: del temor a la
resistencia esperanzadora.
SOBRE LA LUCHA DE
LAS MUJERES
Hablar de la
necesidad de que las mujeres tengan posibilidad de romper la dominación
impuesta hacia ellas, necesariamente pasa por lograr que sean escuchadas y
reconocidas como seres capaces de participar en la construcción social y
política de las sociedades y de nuestro país.
Ningún país puede decirse plenamente democrático si persiste la desigualdad, la discriminación y la violencia contra las mujeres.
Silvia Federici
menciona que históricamente la caza de brujas, representó y reforzó el orden
patriarcal, el cuerpo de las mujeres y sus poderes reproductivos fueron puestos
bajo controles estatales y transformados en recursos económicos.
Pese a los
avances, que son innegables, aún existen situaciones de gran atraso que afectan
la incorporación plena, con dignidad, de la mujer a la vida nacional. No es
posible aceptar que tengan una menor remuneración salarial. No puede aceptarse
el descuido en las políticas de salud que permiten la existencia de cifras
elevadas en la mortalidad materna o en los embarazos de las adolescentes.
La cultura, las
tradiciones o las costumbres no deben obstaculizar el disfrute de la mujer de los
mismos derechos, a salir de una zona de encierro y es tiempo de mirar también
que tiene que ver con expectativas laborales, profesionales, sociales y el
desempeño de múltiples roles.
Hablar de la mujer
en México es hablar de más de la mitad de la población total en todos los
ámbitos, trabajo, escolar, hogar, campo y muchos más; no representan solo un
número de votantes registrados en el padrón electoral vigente. Las mujeres son
mayoría en un país de arraigadas tradiciones machistas.
Recordemos que las
mujeres no fueron invitadas a participar en el congreso constitucional de 1917.
Aunque
históricamente la mujer, ha sido marginada en todos los ámbitos, no ha parado
de luchar para ser tomada en cuenta; ejemplo de ello es el primer congreso
feminista que se llevó a cabo en Yucatán en 1916.
La lucha de las
mujeres pone al descubierto los idearios sexistas, racistas y patriarcales que
funcionan en tantos discursos filosóficos, científicos o políticos.
No se desea solamente
un empoderamiento económico, sino respeto, igualdad y justicia, y que con estos
valores las mujeres tengan siempre voz y capacidad de elección, con estos
elementos fundamentales podrán combatir la violencia de género, tener
independencia económica, que aumentará una autonomía y les ayudará a salir de relaciones
violentas, tener mayor acceso a servicios de salud y asesoría legal.
El papel de las
mujeres en la Revolución Mexicana no se limitó a las labores domésticas,
mientras los varones se encontraban en la lucha armada, en el campo de batalla.
La mujer dio pie a
la imagen de soldadera desafiante. Las mujeres actuaron en importantes labores
como reporteras, editoras de periódicos, maestras, telegrafistas, enfermeras,
oficinistas, cocineras que le dieron una importancia vital a su presencia,
porque no hacerlo actualmente.
De cierta manera,
la posibilidad de que la mujer participe activamente en la conformación de la
sociedad es porque tiene la capacidad y una mayor visibilidad.
Demos oportunidad
a que se desenvuelvan en una época diferente, a pesar del machismo, los
prejuicios y yugos impuestos por una sociedad dominante por hombres, dejen de
impedir que se desarrollen como lo merecen e impulsemos el nuevo papel de la
mujer en la sociedad ya que la lucha de la mujer no es de hoy y ya lleva un
largo camino recorrido.
SOBRE LA UNIDAD DE
LOS SOCIALISTAS Y COMUNISTAS DE NUESTRO PAÍS.
A lo largo y ancho
de nuestro país, son numerosos los sectores que combaten en las calles por
mejores condiciones de vida y de trabajo.
No falta ser muy analítico para darse cuenta que, en la mayoría de
dichos sectores, existe la influencia, aunque sea pequeña de corrientes
socialistas y comunistas. Desde Baja California hasta Chiapas, se palpa la
influencia combativa y arrojada de individuos, colectivos u organizaciones que
reivindican en sus discursos y en su práctica diaria, al materialismo histórico.
Cada etapa de la
historia política y social de nuestro país ha contado con la participación,
empuje y no pocas veces, con la dirección de socialistas y comunistas
declarados, como testimonio de ello están las amplias listas de asesinados,
desaparecidos y torturados, que reivindicaban el comunismo como el destino a
alcanzar; si alguna corriente política ha saltado a la lucha con abnegación,
convicción y combatividad, hemos sido nosotros, a pesar de que la historia
oficial siempre nos haya mandado al olvido y a la irrelevancia.
Sin embargo, hoy
empezamos a coincidir ampliamente entre nosotros en que, a pesar del papel que
hemos desarrollado en las luchas históricas que nuestro pueblo ha librado,
hemos cometido el error de la división y la fragmentación, que ha tenido como
resultado más costoso nuestra marginación y peor aún, nuestra dilución a la
hora de los procesos políticos decisivos.
Como organización
hemos insistido reiteradamente en la necesidad de construir la unidad con otras
organizaciones sociales y políticas, en la memoria esta nuestra participación
en el Foro de la Izquierda Proletaria, la Federación de Socialistas y
Comunistas de México y sus respectivos encuentros nacionales, nuestra
participación en el Encuentro Social Hacia un Nuevo Constituyente, sin olvidar
las relaciones bilaterales que hemos mantenido con diversas organizaciones, con
las cuales hemos alcanzado niveles de fraternidad y confianza a muy alto nivel.
De todo esto
concluimos que un buen número de compañeros y organizaciones coinciden en que
la fragmentación es un problema que debemos afrontar y resolver, sin embargo,
no hemos encontrado el método más adecuado y exitoso. A pesar de que palpamos
la voluntad de muchos compañeros, que disponen de tiempo, recursos y esfuerzo
en aras de encontrarse y dialogar con nosotros y con muchas fuerzas de todo el
país, la tarea de la unidad a pesar de que es urgente, nos queda alejada
todavía. Primero, porque las
desconfianzas del pasado, de los desencuentros anteriores aún están muy presentes
en las mentes y los corazones de muchos compañeros, segundo, porque los tiempos
y los calendarios regionales y sectoriales de las organizaciones son
diferentes.
Como Izquierda
Democrática Popular, nacimos a la vida como la unidad de tres corrientes políticas
que consideraron necesario conjuntar esfuerzos con el objetivo de construir una
organización que tuviera presencia nacional y aval jurídico, que nos permitiera
ser una alternativa política en los años en los que la alternancia apenas y se
asomaba en el sistema político. Muy pronto nos dimos cuenta que la unidad era
una tarea difícil, primero por los distintos métodos de trabajo, después por
las diferencias ideológicas, y por ultimo por divergencias de carácter y de
personalidad, de los diversos militantes.
Mientras tanto los
grupos de poder en sus diferentes
sucursales políticas subastaban al mejor postor la tierra y los recursos
naturales, condenaban a los trabajadores al desempleo y en el mejor de los
casos a la precariedad laboral y salarial, ponían a disposición del
imperialismo las empresas estatales que en otro momento habían sido el puntal
del desarrollo nacional, como la industria eléctrica y petrolera; al mismo
tiempo mientras se repartían las regalías, desechaban la responsabilidad del estado
mexicano con respecto a la salud y a la seguridad social de los trabajadores y
la educación de sus hijos.
A pesar de vivir
en carne propia junto a nuestro pueblo, las batallas contra estas y otras
calamidades resultado de la adopción de las políticas neoliberales por la
burguesía, no logramos articular el descontento popular. Si las políticas
neoliberales hoy están en reflujo no es porque le hayamos ganado la batalla, es
más adecuado decir que sufrieron un desgaste natural y esto le dio cabida al
descontento popular que le es inherente.
Muchos pensaran
que los llamados a la unidad de parte de Izquierda Democrática Popular son mero
discurso. Comprendemos a los compañeros que piensen de esa forma, sin embargo,
deben saber que después de haber participado en varios intentos de unificación,
llegamos a la conclusión de que el mejor aporte unitario que le podíamos
brindar al movimiento comunista era trabajar hacia dentro de nuestras filas,
tratando de encontrar pautas comunes en lo ideológico, en la práctica y en los
métodos de trabajo. En esa tarea nos encontramos, partiendo de la máxima de que
no podemos construir la unidad de los socialistas y comunistas, si no podemos
lograr escuchar, entender y dialogar con los camaradas con los cuales
compartimos la misma historia, las mismas batallas y los mismos muertos.