Dr. Martín Flores Calixto
“¡Quintilio Varo devuélveme mis legiones!” gritaba Cesar Augusto en sus noches de insomnio a las paredes de su palacio en el año 9 d. C. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué esos gritos desesperados del emperador romano? Una auténtica debacle militar había sucedido en la antigua Germania Magna (actualmente Alemania). Tres legiones, aproximadamente quince mil soldados al mando del gobernador de esa provincia Publio Quintilio Varo, habían sido destrozadas por distintas tribus germanas en el Bosque de Teutoburgo. No sólo habían masacrado a los soldados romanos sino les habían arrebatado tres águilas imperiales que eran símbolos de su poder.
El autor de esta debacle en pleno poderío de Roma fue un protegido de los emperadores; Arminio se llamaba. Hijo del jefe de una tribu germana sometida al poder imperial, había sido criado, educado y protegido por el imperio y sin embargo se había rebelado para defender a su gente ante las atrocidades de los soldados romanos. Integrante de la tribu de los Queruscos había servido a los legionarios en distintos lugares del imperio para someter a cualquier pueblo que se rebelara contra el poder romano. Conocía las fortalezas y debilidades del ejército, sus tácticas y estrategias, sus formas de lucha, vicios y miedos. A lo largo de su vida había aprendido las costumbres, la lengua y todo lo que significaba el poderío romano.
El imperio norteamericano también ha criado a sus propios cuervos, uno de ellos fue Osama Bin Laden. Nacido en Arabia Saudita, vivió y se crio en el modo de vida musulmán y al mismo tiempo en el disfrute de la vida occidental. A la llegada de la URSS en Afganistán fue reclutado por la CIA gringa para luchar contra los rusos. Entrenado, financiado y cobijado por la maquinaria bélica norteamericana realizó con éxito la tarea de expulsar a los soviéticos de Afganistán. Por sus manos y de otros muyahidines pasaron en esos años, más de tres mil millones de dólares. En 1989 a la salida de la URSS llegó al poder la facción religiosa de los “fredoom fighters”, (luchadores de la libertad) llamados Talibanes, cobijados por George Bush padre, en ese entonces presidente de los Estados Unidos.
Empezó un proceso de alejamiento de Bin Laden de sus antiguos protectores gringos. La invasión de Irak y el sometimiento de Arabia Saudita a los lineamientos norteamericanos llevaron a Bin Laden a enfrentarse a sus antiguos patrocinadores, hasta llegar a los atentados del 11 de septiembre de 2001. Agentes de Al Qaeda, su organización, estrellaron tres aviones en territorio de Nueva York. La cacería de Bin Laden llevó al imperio a invadir el territorio de Afganistán. Ahí se han quedado durante los últimos veinte años.
Finalmente, los norteamericanos lograron asesinar a Osama Bin Laden en 2011. Cercado y acorralado murió en Pakistán, país colindante con Afganistán. Los hijos rebeldes del imperio mueren por las manos de los mismos que los cobijaron: Arminio de origen germano criado por los romanos, se enfrenta a ellos en aras de defender a su pueblo, muere traicionado por un integrante de una tribu vecina. Bin Laden moldeado por los servicios secretos del imperio norteamericano les sirve muy bien durante un tiempo y después se rebela contra ellos. Los dos son asesinados por las manos que los protegieron y les dieron de comer.
Los últimos soldados gringos, pretendidamente, salen de Afganistán en septiembre de 2021, este año. Se quedan más de diez mil mercenarios de compañías privadas que defenderán el legado gringo en suelo afgano. Y es que ahora el enemigo no es la URSS, ni los musulmanes, ahora es China. Afganistán tiene frontera con esa potencia.
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