POR IRD2
Hablar de democracia participativa y de la consulta popular como uno de sus ejercicios requiere recordar la consulta por el reconocimiento de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio impulsada por el EZLN, el 21 de marzo de 1999 en la que acudieron a votar cerca de 3 millones de mexicanos, más o menos la mitad de la que se manifestó en las urnas el pasado 2 de agosto del 2021, para decidir la judicialización y eventual encarcelamiento de los ex presidentes, en virtud de la corrupción y los crímenes cometidos contra el pueblo.
La consulta zapatista se desarrolló sin recursos
institucionales, impulsada por brigadas que se desplegaron a lo largo y ancho
del país con el apoyo de comunidades, barrios y distintos sectores populares,
artistas e intelectuales, que les brindaron alimento, posada y aliento para
seguir el camino de su lucha.
Más del 95% de los votantes en la consulta zapatista estuvo
a favor de los derechos indígenas y se pronunció a favor de la propuesta de ley
elaborada por la COCOPA, exigió la desmilitarización de las comunidades
indígenas y se expresó por la paz. Ni los neoliberales salinistas, zedillistas,
foxistas, calderonistas y peñistas hicieron eco de este grito salido de la
Selva Lacandona, como tampoco lo ha hecho el gobierno de la 4T, cargando la
cruz de los tiempos en que se vestía de amarillo.
Desde tempranas horas de la tarde noche del 2 agosto del
2021 ya se conocían los resultados preliminares de la consulta obradorista para
juzgar a los ex presidentes, habían transcurrido las horas y las masas no
llegaban, de un total de cerca de 6 millones 300 mil votantes-participantes, el
97.7%, aproximadamente, se manifestó por el SI, en tanto que más del 90% del
padrón se abstuvo de participar.
Del mismo modo que las preguntas formuladas durante la
consulta zapatista en marzo de 1999, fueron blanco de la descalificaciones de
todo tipo, las preguntas formuladas por la consulta obradorista, fueron también
objeto de críticas y descalificaciones, pero a diferencia de la zapatista, la pregunta
original obradorista pasó por el laberinto del andamiaje institucional que
prevalece en los tiempos de la 4T, pagando el costo de su rango constitucional,
fue deformada al límite del entendimiento, de tal modo que solo el sentido
común convertido en “sabiduría popular” y el resentimiento del agravio social
podía orientar la participación del pueblo.
A contra corriente del INE, de los medios de comunicación
hegemónicos y del bloque de poder neoliberal, salinista-cevallista, con sus
franquicias partidistas PRI-PAN-PRD y de las propias vacilaciones
presidenciales, no fueron pocos los ciudadanos mexicanos y luchadores sociales
que se volcaron a la organización y promoción de la consulta. Un día después
éstos amanecieron con desvelo y un mal sabor de boca, en tanto que el “líder”
de la 4T, desde la Casa presidencial en el Zócalo capitalino, desde días antes
se había curado en salud, al manifestarse públicamente y en las mañaneras, en
contra del juzgamiento de los ex presidentes y había propiciado la especulación
con su intención abstencionista.
Por su puesto el presidente tiene sus razones para haber
asumido esta posición controvertida. Como lo ha explicado en las mañaneras, en
un ejercicio de transparencia e información sin precedente en la vida política
de México, se entiende que no quiere distraerse de asuntos de mayor calado y
que van en beneficio de la población, lo que ocurriría si se ocupa de promover
la justicia por la corrupción y los crímenes del pasado reciente.
Es decir, para el presidente las prioridades son económicas:
promover el mercado interno, tutelar una mejor distribución de la riqueza y los
impuestos (dígase una parte de la plusvalía social), favorecer el ingreso de la
población y por consecuencia su capacidad de consumo, propiciar incentivos para
el desarrollo de una pequeña y mediana industria nacional, más el impulso de la
infraestructura (Aeropuerto, Tren Maya, Refinería Dos Bocas, etc.), de la mano
del gran capital, así sea neoliberal. En suma, el presidente entiende que para
desplazar al neoliberalismo y su modelo de acumulación capitalista salvaje y
tayloriano, requiere favorecer las condiciones para la implantación de un nuevo
modelo de acumulación capitalista más benefactor y con rostro popular, por no
decir populista, aunque el mismo presidente ha manifestado no tener problema
con el termino, si con ello se quiere decir que busca favorecer al pueblo, en
sus ingresos y condición de vida.
En contrapartida el reclamo de justicia por la corrupción y
los crímenes del pasado reciente, lo llevan a una abierta confrontación
política con los factores de poder que se anudan en torno al modelo de
acumulación capitalista neoliberal y que se focalizan en algunos personajes
políticos como el ex presidente Salinas de Gortari y el ex senador Diego Fernández de Cevallos y otros.
Sin duda el carácter de esta confrontación, reclamaría su
total atención, porque sería necesario llevarla hasta sus últimas
consecuencias, en virtud de que, si por algo se caracteriza el sector
neoliberal de la burguesía, es por sus actitudes gansteriles, las mismas que
emplearon en los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu. Desatada la
confrontación en estas dimensiones, Obrador no podría irse tranquilo a La
Chingada, su rancho, sin velar por su seguridad de manera permanente.
Al priorizar la ruta económica por sobre la política en la
implantación del modelo económico benefactor y populista, el presidente busca
preservar y ampliar su base social a través de una política de subsidio social
y clientelar, que le resulte suficiente para negociar con los grupos de poder
neoliberales la reconfiguración de la dominación de la clase dominante en un
bloque de poder hibrido en el que puedan coexistir, como ya lo hacen, pero
sobre la base de no extremar la miseria y la descomposición social, por cuanto esta
es caldo de cultivo para la violencia, no solo la derivada del narcotráfico
coludido con los grupos neoliberales, sino lo que es peor para toda clase
dominante, la violencia social y política de carácter insurgente.
Estudiosos de la fenomenología populista en la Universidad
de Ciencias sociales en la Habana Cuba, han señalado que: “Al propugnar la
industrialización y la protección a la industria nacional, simultáneamente a la
participación popular y la justicia social, (el populismo) logra una amalgama
de intereses que lo hace viable como proyecto dentro de determinadas coyunturas
nacionales e internacionales.” Pero también advierten que: “El éxito del
proyecto populista y de sus tareas - la consolidación del mercado interno, la
modernización capitalista, el impulso al crecimiento industrial - reduce su
atractivo para la burguesía en tanto el populismo no puede prescindir de las
masas y de su movilización, lo cual siempre constituye una posibilidad de
desbordar el orden establecido.”
Sin duda en el orden internacional y en materia geopolítica
la viabilidad del proyecto económico y político de la 4T se ve favorecido por
un entorno donde el fortalecimiento de los movimientos populistas y de
orientación socialista, particularmente en América Latina, se robustecen con su
alianza y más recientemente con el triunfo en Perú del enigmático candidato
proveniente de un partido autoproclamado marxista-leninista y mariateguista,
Pedro Castillo, “El pata”, como dicen los peruanos para referirse a la gente
que viene del pueblo.
Los recientes posicionamientos del obradorismo en torno a
los actos conmemorativos del natalicio de Simón Bolívar, que apuntaron a la
necesidad de sustituir la OEA por otro organismo regional independiente del
control imperial, se dan en el contexto, no solo de la “Crisis de Capitolio” y
del nuevo “Plan Marshall” del presidente Biden, orientado ahora a revitalizar
la economía estadounidense, colapsada por la pandemia y el endeudamiento, sino
también de la recuperación de los movimientos populistas y socialistas, que
revirtieron el golpe en Bolivia y que ahora también, apuntalan la candidatura
del hace poco proscrito Lula en Brasil, sumados a los movimientos sociales en Chile
impugnando la constitución pinochetista y en Colombia al paramilitarismo y al
narco poder del uribismo, exhibido en sus heces, por la participación de más de
23 ex militares colombianos en el artero asesinato del presidente de Haití.
No obstante, lo anterior, si el obradorismo que aun cuaja en
la 4t, prescinde de la participación popular, convertida en movilización
callejera, por el temor a “ser rebasado por la izquierda”, como lo ha expresado
en más de alguna ocasión en sus conferencias mañaneras, pondrá en predicamento
la viabilidad de su proyecto y les abrirá espacios a los grupos neoliberales
para fortalecer su reposicionamiento. No olvidemos en este sentido que
personajes como Manuel Bartlett y Esteben Moctezuma, en el pasado han sido
alfiles de la contrainsurgencia neoliberal y el apuntalamiento del
narcotráfico. No sobra recordar, que el primero era Secretario de Gobernación
cuando el fraude electoral salinista del 88 y el asesinato del periodista
Manuel Buendía y su conspicua relación con el otrora hombre fuerte de la
Dirección Federal de Seguridad (DFS) José Antonio Zorrilla Pérez no pasaba
desapercibida, en tanto que el segundo, era también Secretario de Gobernación,
cuando el zedillismo, en medio de un proceso de dialogo con el zapatismo,
pretendió aprender y “desenmascarar” al entonces subcomandante Marcos.
El sentido original de la consulta popular obradorista fue
rasurada al pasar por el Congreso y la Suprema Corte al límite de su viabilidad
como instrumento de lucha, por el contrapeso que en el ejercen las franquicias
neoliberales, lo mismo ocurre en la judicatura convertida en dique de las
contrarreformas estructurales neoliberales, como la energética, anclada en un
océano de amparos empresariales, sin que el presidente se decida al recurso de
la movilización popular.
El sentido de la democracia participativa en los tiempos de
la 4T es útil para la lucha social anticapitalista y por el socialismo en la
medida en que esa participación no se reduce a los espacios institucionales y
burocratizados como el INE, digno de la plutocracia racista, en sintonía con la
judicatura y las desprestigiadas cámaras de diputados y senadores, por el
comportamiento corrupto y venal de la gran mayoría de sus integrantes.
En esta dirección la “democracia participativa” tiene un
“rostro plebeyo”, irreverente, entendido en sentido estricto, evoca el “poder
del pueblo”, más no es con el debate parlamentario, ni con la revocación de
mandato, ni con la consulta popular, ni con la suspensión del fuero
presidencial, como la “voluntad popular” transita a fuerza social por el
socialismo, aun cuando éstas conquistas, desde el punto de vista constitucional
y republicano, ayudan y apuntalan el tránsito de la conciencia popular a
conciencia de clase, en la medida en que le brinda consignas a la lucha social
y política contra la deriva fascista y se constituye en nuevos punto de partida
para la movilización como acción de resistencia,
Cuan necesario es para el proyecto de la 4T, que el
obradorismo recupere la consignas que tocaron la sensibilidad de amplios
sectores del pueblo que le vio nacer como su “líder”: “al carajo las
instituciones”, y “primero los pobres”, porque detrás de él, se asoman ya los
rostros elitistas del populismo ramplón que no tardara en esclerotizar a Morena
y su gobierno.
Por su puesto, los alcances de la democracia participativa
en un gobierno popular, obrero y campesino son de mucho mayor calado y son
fundamentales para la consolidación de un gobierno de orientación socialista.
La consulta popular, la revocación de mandato, la rotación de funcionarios, el
armamento del pueblo, los consejos obreros y otras formas de participación
directa nacieron como prácticas en la Comuna de París en 1871 y han sido
reivindicadas por el marxismo como formas de ejercer el poder.
Nada de lo anteriormente expuesto nos debe conducir a
menospreciar y descalificar el esfuerzo realizado por los ciento de miles de
luchadores y pueblo en general que participó en la consulta. Su experiencia
constituye desde ya un caudal de creatividad y voluntad popular de combatir sin
la cual es impensable un proceso de trasformación radical de la sociedad.
Fueron millones los participantes de la consulta que se
expresaron por el SI al enjuiciamiento de los ex presidente y lo hicieron en
abierta confrontación con los poderes neoliberales instalados en la república,
este es el camino del aprendizaje que permite elevar los niveles de conciencia
de las masas que hoy no deben caer en la frustración, lejos de eso, debemos
alentarlas, compartir las conclusiones de su experiencia y retroalimentarlas
con las nuestras, aplaudiendo su esfuerzo sin la soberbia del supremacista de
izquierda, sino con la humildad del marxista que entiende la necesidad de “ser
pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo”.
El Hecho mismo de que las consultas populares, desde las
zapatistas, hasta las obradoristas, hayan llegado para quedarse y sean parte ya
de la arquitectura y la confrontación de clases a nivel nacional, nos habla de
la conciencia de una época determinada por la modernización capitalista y la
insurgencia anticapitalista.
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