Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

miércoles, 4 de agosto de 2021

LA 4T EN SU LABERINTO: DE LA CONSULTA POPULAR A LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

POR IRD2

Hablar de democracia participativa y de la consulta popular como uno de sus ejercicios requiere recordar la consulta por el reconocimiento de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio impulsada por el EZLN, el 21 de marzo de 1999 en la que acudieron a votar cerca de 3 millones de mexicanos, más o menos la mitad de la que se manifestó en las urnas el pasado 2 de agosto del 2021, para decidir la judicialización y  eventual encarcelamiento de los ex presidentes, en virtud de la corrupción y los crímenes cometidos contra el pueblo.

La consulta zapatista se desarrolló sin recursos institucionales, impulsada por brigadas que se desplegaron a lo largo y ancho del país con el apoyo de comunidades, barrios y distintos sectores populares, artistas e intelectuales, que les brindaron alimento, posada y aliento para seguir el camino de su lucha.

Más del 95% de los votantes en la consulta zapatista estuvo a favor de los derechos indígenas y se pronunció a favor de la propuesta de ley elaborada por la COCOPA, exigió la desmilitarización de las comunidades indígenas y se expresó por la paz. Ni los neoliberales salinistas, zedillistas, foxistas, calderonistas y peñistas hicieron eco de este grito salido de la Selva Lacandona, como tampoco lo ha hecho el gobierno de la 4T, cargando la cruz de los tiempos en que se vestía de amarillo.

Desde tempranas horas de la tarde noche del 2 agosto del 2021 ya se conocían los resultados preliminares de la consulta obradorista para juzgar a los ex presidentes, habían transcurrido las horas y las masas no llegaban, de un total de cerca de 6 millones 300 mil votantes-participantes, el 97.7%, aproximadamente, se manifestó por el SI, en tanto que más del 90% del padrón se abstuvo de participar.

Del mismo modo que las preguntas formuladas durante la consulta zapatista en marzo de 1999, fueron blanco de la descalificaciones de todo tipo, las preguntas formuladas por la consulta obradorista, fueron también objeto de críticas y descalificaciones, pero a diferencia de la zapatista, la pregunta original obradorista pasó por el laberinto del andamiaje institucional que prevalece en los tiempos de la 4T, pagando el costo de su rango constitucional, fue deformada al límite del entendimiento, de tal modo que solo el sentido común convertido en “sabiduría popular” y el resentimiento del agravio social podía orientar la participación del pueblo.

A contra corriente del INE, de los medios de comunicación hegemónicos y del bloque de poder neoliberal, salinista-cevallista, con sus franquicias partidistas PRI-PAN-PRD y de las propias vacilaciones presidenciales, no fueron pocos los ciudadanos mexicanos y luchadores sociales que se volcaron a la organización y promoción de la consulta. Un día después éstos amanecieron con desvelo y un mal sabor de boca, en tanto que el “líder” de la 4T, desde la Casa presidencial en el Zócalo capitalino, desde días antes se había curado en salud, al manifestarse públicamente y en las mañaneras, en contra del juzgamiento de los ex presidentes y había propiciado la especulación con su intención abstencionista.

Por su puesto el presidente tiene sus razones para haber asumido esta posición controvertida. Como lo ha explicado en las mañaneras, en un ejercicio de transparencia e información sin precedente en la vida política de México, se entiende que no quiere distraerse de asuntos de mayor calado y que van en beneficio de la población, lo que ocurriría si se ocupa de promover la justicia por la corrupción y los crímenes del pasado reciente.

Es decir, para el presidente las prioridades son económicas: promover el mercado interno, tutelar una mejor distribución de la riqueza y los impuestos (dígase una parte de la plusvalía social), favorecer el ingreso de la población y por consecuencia su capacidad de consumo, propiciar incentivos para el desarrollo de una pequeña y mediana industria nacional, más el impulso de la infraestructura (Aeropuerto, Tren Maya, Refinería Dos Bocas, etc.), de la mano del gran capital, así sea neoliberal. En suma, el presidente entiende que para desplazar al neoliberalismo y su modelo de acumulación capitalista salvaje y tayloriano, requiere favorecer las condiciones para la implantación de un nuevo modelo de acumulación capitalista más benefactor y con rostro popular, por no decir populista, aunque el mismo presidente ha manifestado no tener problema con el termino, si con ello se quiere decir que busca favorecer al pueblo, en sus ingresos y condición de vida.

En contrapartida el reclamo de justicia por la corrupción y los crímenes del pasado reciente, lo llevan a una abierta confrontación política con los factores de poder que se anudan en torno al modelo de acumulación capitalista neoliberal y que se focalizan en algunos personajes políticos como el ex presidente Salinas de Gortari y el ex senador Diego Fernández de Cevallos y otros.

Sin duda el carácter de esta confrontación, reclamaría su total atención, porque sería necesario llevarla hasta sus últimas consecuencias, en virtud de que, si por algo se caracteriza el sector neoliberal de la burguesía, es por sus actitudes gansteriles, las mismas que emplearon en los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu. Desatada la confrontación en estas dimensiones, Obrador no podría irse tranquilo a La Chingada, su rancho, sin velar por su seguridad de manera permanente.

Al priorizar la ruta económica por sobre la política en la implantación del modelo económico benefactor y populista, el presidente busca preservar y ampliar su base social a través de una política de subsidio social y clientelar, que le resulte suficiente para negociar con los grupos de poder neoliberales la reconfiguración de la dominación de la clase dominante en un bloque de poder hibrido en el que puedan coexistir, como ya lo hacen, pero sobre la base de no extremar la miseria y la descomposición social, por cuanto esta es caldo de cultivo para la violencia, no solo la derivada del narcotráfico coludido con los grupos neoliberales, sino lo que es peor para toda clase dominante, la violencia social y política de carácter insurgente.

Estudiosos de la fenomenología populista en la Universidad de Ciencias sociales en la Habana Cuba, han señalado que: “Al propugnar la industrialización y la protección a la industria nacional, simultáneamente a la participación popular y la justicia social, (el populismo) logra una amalgama de intereses que lo hace viable como proyecto dentro de determinadas coyunturas nacionales e internacionales.” Pero también advierten que: “El éxito del proyecto populista y de sus tareas - la consolidación del mercado interno, la modernización capitalista, el impulso al crecimiento industrial - reduce su atractivo para la burguesía en tanto el populismo no puede prescindir de las masas y de su movilización, lo cual siempre constituye una posibilidad de desbordar el orden establecido.”

Sin duda en el orden internacional y en materia geopolítica la viabilidad del proyecto económico y político de la 4T se ve favorecido por un entorno donde el fortalecimiento de los movimientos populistas y de orientación socialista, particularmente en América Latina, se robustecen con su alianza y más recientemente con el triunfo en Perú del enigmático candidato proveniente de un partido autoproclamado marxista-leninista y mariateguista, Pedro Castillo, “El pata”, como dicen los peruanos para referirse a la gente que viene del pueblo.

Los recientes posicionamientos del obradorismo en torno a los actos conmemorativos del natalicio de Simón Bolívar, que apuntaron a la necesidad de sustituir la OEA por otro organismo regional independiente del control imperial, se dan en el contexto, no solo de la “Crisis de Capitolio” y del nuevo “Plan Marshall” del presidente Biden, orientado ahora a revitalizar la economía estadounidense, colapsada por la pandemia y el endeudamiento, sino también de la recuperación de los movimientos populistas y socialistas, que revirtieron el golpe en Bolivia y que ahora también, apuntalan la candidatura del hace poco proscrito Lula en Brasil, sumados a los movimientos sociales en Chile impugnando la constitución pinochetista y en Colombia al paramilitarismo y al narco poder del uribismo, exhibido en sus heces, por la participación de más de 23 ex militares colombianos en el artero asesinato del presidente de Haití.

No obstante, lo anterior, si el obradorismo que aun cuaja en la 4t, prescinde de la participación popular, convertida en movilización callejera, por el temor a “ser rebasado por la izquierda”, como lo ha expresado en más de alguna ocasión en sus conferencias mañaneras, pondrá en predicamento la viabilidad de su proyecto y les abrirá espacios a los grupos neoliberales para fortalecer su reposicionamiento. No olvidemos en este sentido que personajes como Manuel Bartlett y Esteben Moctezuma, en el pasado han sido alfiles de la contrainsurgencia neoliberal y el apuntalamiento del narcotráfico. No sobra recordar, que el primero era Secretario de Gobernación cuando el fraude electoral salinista del 88 y el asesinato del periodista Manuel Buendía y su conspicua relación con el otrora hombre fuerte de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) José Antonio Zorrilla Pérez no pasaba desapercibida, en tanto que el segundo, era también Secretario de Gobernación, cuando el zedillismo, en medio de un proceso de dialogo con el zapatismo, pretendió aprender y “desenmascarar” al entonces subcomandante Marcos.

El sentido original de la consulta popular obradorista fue rasurada al pasar por el Congreso y la Suprema Corte al límite de su viabilidad como instrumento de lucha, por el contrapeso que en el ejercen las franquicias neoliberales, lo mismo ocurre en la judicatura convertida en dique de las contrarreformas estructurales neoliberales, como la energética, anclada en un océano de amparos empresariales, sin que el presidente se decida al recurso de la movilización popular.

El sentido de la democracia participativa en los tiempos de la 4T es útil para la lucha social anticapitalista y por el socialismo en la medida en que esa participación no se reduce a los espacios institucionales y burocratizados como el INE, digno de la plutocracia racista, en sintonía con la judicatura y las desprestigiadas cámaras de diputados y senadores, por el comportamiento corrupto y venal de la gran mayoría de sus integrantes.

En esta dirección la “democracia participativa” tiene un “rostro plebeyo”, irreverente, entendido en sentido estricto, evoca el “poder del pueblo”, más no es con el debate parlamentario, ni con la revocación de mandato, ni con la consulta popular, ni con la suspensión del fuero presidencial, como la “voluntad popular” transita a fuerza social por el socialismo, aun cuando éstas conquistas, desde el punto de vista constitucional y republicano, ayudan y apuntalan el tránsito de la conciencia popular a conciencia de clase, en la medida en que le brinda consignas a la lucha social y política contra la deriva fascista y se constituye en nuevos punto de partida para la movilización como acción de resistencia,

Cuan necesario es para el proyecto de la 4T, que el obradorismo recupere la consignas que tocaron la sensibilidad de amplios sectores del pueblo que le vio nacer como su “líder”: “al carajo las instituciones”, y “primero los pobres”, porque detrás de él, se asoman ya los rostros elitistas del populismo ramplón que no tardara en esclerotizar a Morena y su gobierno.

Por su puesto, los alcances de la democracia participativa en un gobierno popular, obrero y campesino son de mucho mayor calado y son fundamentales para la consolidación de un gobierno de orientación socialista. La consulta popular, la revocación de mandato, la rotación de funcionarios, el armamento del pueblo, los consejos obreros y otras formas de participación directa nacieron como prácticas en la Comuna de París en 1871 y han sido reivindicadas por el marxismo como formas de ejercer el poder.

Nada de lo anteriormente expuesto nos debe conducir a menospreciar y descalificar el esfuerzo realizado por los ciento de miles de luchadores y pueblo en general que participó en la consulta. Su experiencia constituye desde ya un caudal de creatividad y voluntad popular de combatir sin la cual es impensable un proceso de trasformación radical de la sociedad.

Fueron millones los participantes de la consulta que se expresaron por el SI al enjuiciamiento de los ex presidente y lo hicieron en abierta confrontación con los poderes neoliberales instalados en la república, este es el camino del aprendizaje que permite elevar los niveles de conciencia de las masas que hoy no deben caer en la frustración, lejos de eso, debemos alentarlas, compartir las conclusiones de su experiencia y retroalimentarlas con las nuestras, aplaudiendo su esfuerzo sin la soberbia del supremacista de izquierda, sino con la humildad del marxista que entiende la necesidad de “ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo”.

El Hecho mismo de que las consultas populares, desde las zapatistas, hasta las obradoristas, hayan llegado para quedarse y sean parte ya de la arquitectura y la confrontación de clases a nivel nacional, nos habla de la conciencia de una época determinada por la modernización capitalista y la insurgencia anticapitalista.

De la conciencia de una coyuntura, determinada por el anhelo de la modernización capitalista y el Estado republicano, en contradicción con el “destino manifiesto” imperial y su “consenso” neoliberal, hoy se abre camino la conciencia socialista de las masas, como una experiencia de lucha vivencial, aunque la misma transite por ahora velada, por las consignas antiimperialista, anti oligárquicas neoliberales. Es nuestra tarea facilitarle al pueblo el “asalto a la razón” capitalista.



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