Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

domingo, 27 de septiembre de 2020

La unidad de los comunistas como premisa para construir una dirección política



( Texto presentado en la 1er. Cumbre de Socialistas y Comunistas )

No es la primera vez que varias organizaciones de carácter socialista y comunista intentan hacer posible caminar unificadamente. Muchas han sido las experiencias fallidas, incluso como experiencia unificadora Izquierda Democrática Popular (IDP), nace a la vida con el objetivo de resarcir esa demanda histórica, ya que en ella convergieron por lo menos tres experiencias en su creación: el Colectivo de ex presos políticos, el Taller de Arte e Ideología (TAI), y el grupo de médicos Ernesto “Che” Guevara.

Recientemente, como organización tenemos presente nuestra participación dentro del Foro de Izquierda Proletaria y de los encuentros de socialistas y comunistas. En particular este ultimo nos dio la oportunidad de conocer a varias agrupaciones de carácter socialista, sobre todo del centro del país. Y puso en evidencia la dispersión que tenia el movimiento comunista en general y lo difícil que es trabajar unificadamente, mucho más si hablamos de tratar de construir una dirección revolucionaria única.

Sin embargo, coincidimos ampliamente en que la dispersión de las fuerzas comunistas es una característica que debemos rebasar, ya que eso tiene como consecuencia la marginalidad de los comunistas en la coyuntura política nacional, solo que hasta hoy no hemos encontrado la manera.

Si bien la realización de los encuentros de socialistas y comunistas ponen en evidencia la disposición de las diversas organizaciones para rebasar la dispersión, no hemos encontrado la formula correcta que nos permita convivir permanentemente en un clima de respeto y de acuerdos consensados.

Creemos que para construir la unidad y sobre todo para ir rebasando la dispersión, en primer termino debemos partir de construir la confianza desde el punto de vista humano para después extrapolarlo a los puntos de vista teorico-políticos.

Una de las desventajas que hemos encontrado es que los comunistas en general tenemos una tendencia hacia la exquisitez teórica, que si bien da piso para la reflexión académica, en ocasiones nos quita la mirada de tareas más terrenales y no por eso mucho menos importantes como es organizar el descontento popular.

La dispersión geográfica es otro de los factores que, en lugar de favorecernos, juegan en nuestra contra. No hay rincón a lo largo y ancho del país en el que no exista una agrupación de corte socialista. Sin embargo, el hecho de estar en ciertas regiones del país le impide tener una visión nacional de las coyunturas políticas nacionales, aunque a nivel regional tenga la capacidad de tomarle el pulso a la situación política e incluso poner a su favor la correlación de fuerzas. Algo que nos puede ayudar a resarcir dicho problema es la utilización de las diferentes plataformas digitales, esto permite a diferentes personas situados en diferentes áreas geográficas, ir teniendo una lectura nacional del estado que guarda el movimiento comunista.

Lamentablemente en nuestro país la descomposición del modelo neoliberal ha dejado una estela de crisis económica, que, aunada al despojo de los bienes de la nación, ha agravado la situación de pobreza en la que viven por lo menos la mitad de la población. En México, los últimos dos sexenios han estado marcados por la violencia en amplias zonas del país. Hablar de desaparición forzada, feminicidios y asesinatos multitudinarios se ha vuelto normal, no solo en la nota roja de los periódicos, sino en la vida cotidiana de la mayoría de los mexicanos.

Hablar de los saldos de maldad y muerte y no sentir la necesidad de cambiar de rumbo, sería un error, desde el punto de vista humano y desde el punto de vista político. Pero bajo el estado que guarda el movimiento comunista a nivel nacional, nuestras aportaciones para este cambio de rumbo, son algo mas que marginales. Sin embargo, nos empieza a quedar claro la necesidad rebasar dicha dispersión.

En la década de los 60, en algunos casos desde antes, circunscribiéndonos al ámbito latinoamericano, se desarrollaron movimientos populares armados en contra de dictaduras militares y regímenes de fachada civil, pero en realidad de corte militar. El auge de la lucha armada revolucionaria se vio aún más revitalizada por el triunfo de la revolución cubana. En ese momento, no cabía la menor duda, la lucha era político-militar. El imperialismo estadounidense implementaba su estratégica de seguridad nacional que mostró al mundo hasta qué grado de criminalidad es capaz para sostener su dominación.

El movimiento socialista-comunista se dividió en dos, porque una parte se plegaría después a favor de reformas políticas que se abrían con objetivos contrainsurgentes. La mayor parte de quienes abrazaron antes el comunismo y decidieron participar en la institucionalidad política se plegaron a las voces que anunciaron el fracaso del “experimento marxista” y por tanto de su supuesta doctrina “ortodoxa, dogmática y totalitaria”. Por el otro lado, las fuerzas que desplegaron la lucha armada desarrollaron las tesis marxistas sobre la guerra, pero la mayor parte sucumbieron ante la atroz embestida del imperialismo. Uno de los factores que contribuyó decisivamente en su derrota fue la caída del bloque socialista en el mundo. 

Así, el movimiento comunista en Latinoamérica y en el mundo sufrió una derrota de la que aún no se ha repuesto y cuyos bríos actuales apenas y se perciben. La organización comunista quedó dividida, disminuida en grupos atomizados incapaces de ponerse a la cabeza de la lucha popular. Es la nunca lograda Internacional Comunista de Marx, es el proletariado sin cabeza de José Revueltas.

Cuando se pone en la mesa del análisis la discusión de ¿cómo aglutinar a la “masa” proletaria? ¿cómo estructurarla para la resistencia y el enfrentamiento con el Imperio? No deja de aparecer la idea del Partido Comunista, no nos referimos al de los iluminados, sino al de quienes tienen la decisión, la voluntad, la conciencia de asumir la tarea de la organización popular en estructuras que sean capaces de enfrentar al poderío del imperio; es pues, la organización de la guerra de todo el pueblo, en múltiples trincheras y posiciones.

En la medida en que esta conciencia se exprese en todos los sectores en resistencia como la identificación plena del imperialismo como expresión clara de los intereses de la clase capitalista, contrapuesto a la clase trabajadora y a los pueblos, enemigo de la humanidad, y del poderío militar que tiene, entonces el proletariado sabrá que la lucha transformadora es un asunto de vida o muerte.


Se trata de forjar la conciencia proletaria para oponerla a la burguesa, de su organización política, porque el contenido de la revolución que se pretende es la destrucción y liquidación de los instrumentos de poder del estado usando los instrumentos de poder del proletariado. El problema inmediato es el mismo, es el de la unidad de los movimientos sociales y organizaciones políticas, los cuales en México se encuentran realizados desde diferentes escenarios de lucha, pero al mismo tiempo convocados por diferentes referentes que constituyen proyectos de unidad hacia un solo frente de masas. En todos los referentes participan las expresiones socialistas y comunistas, intentando posicionar sus consignas. 

Conscientes de que la toma del poder para transformar esta realidad y construir el socialismo, como etapa de transición hacia la sociedad sin clases, no se puede hacer de manera aislada, hemos decidido participar en espacios para la unidad de las fuerzas proletarias, donde se luche por la emancipación de los pueblos y por los intereses de las grandes mayorías.

Identificamos dos condiciones que problematizan o ayudan a la discusión sobre la unidad:

a) La condición objetiva para la unidad de las fuerzas de la izquierda proletaria está determinada por las condiciones de explotación de la clase trabajadora en México, cada vez más pobres y paupérrimos. La relación de sometimiento de la clase obrera representa una contradicción que genera por un lado inmensas masas de mexicanos pobres y una minoría de ricos empresarios aliados al capital mundial.

b) La condición subjetiva: En el pasado han sido numerosos los intentos de distintas organizaciones para conformar la unidad de los comunistas. Citamos solo para recordar algunos el del Frente Nacional Contra la Represión, el Frente Nacional de Organizaciones de Masas, el FAC-MLN, El Diálogo Nacional, etc. Pero ésta no se ha logrado. ¿Por qué? Porque en estos intentos confluyeron organismos y personas que representaban intereses, formas tácticas y estrategias distintas. El objetivo, de una parte, que se llama de izquierda, al participar en estos intentos unitarios, era el de montarse en el trabajo político que a través de estas organizaciones podía desarrollarse para capitalizar sus aspiraciones personales, burocráticas y parlamentarias. La otra parte se sentía atraída por las coyunturas y movilizaciones que se desarrollaron, por la idea de un frente común contra el partido de estado.

La necesidad de la unidad de los comunistas no es expresión del grito de una sola organización. Es la hora de enfocar parte de nuestros esfuerzos en esta dirección, pues los mismos acontecimientos nos lo exigen. ¿Cuál es entonces nuestra línea a seguir?

El piso sobre el que se levanta el proceso unitario es la unidad de acción y de lucha. Está no debe limitarse a una respuesta contestataria a esta u otra política económica del Estado o hecho represivo. La acción dentro del proceso unitario también debe contemplar la planeación, organización y movilización de las masas en acciones políticas destinadas a crear nuestras propias coyunturas, poner en la palestra política determinadas demandas y planteamientos propios, desarrollar la autonomía organizativa e ideológica y, sobre todo, incrustarnos en la vida política nacional, permitiendo la ampliación y avance de la unidad.

De la Coordinación a la Alianza Política y de ésta a la Conformación del Frente Político.

1.- De la Coordinación.

La coordinación es la suma de esfuerzos en torno a un objetivo común y de mediano plazo. El objetivo está determinado por una necesidad de posicionamiento y crecimiento de las propias fuerzas, por la reivindicación de demandas políticas y económicas del pueblo, por la respuesta a hechos represivos y la solidaridad incondicional. La coordinación es el inicio del proceso de unidad, su primera fase y en ella exponemos nuestras alternativas y conceptos y recibimos las de otras organizaciones; nos ponemos de acuerdo y realizamos tareas en común. 

Las formas que adquiere la coordinación son bastas. Puede darse a través del intercambio de experiencias, una publicación, la realización de eventos político-culturales, foros, movilizaciones, acciones políticas y hasta en la definición de las formas de intervención y afectación en las contiendas electorales.

2.- De la Alianza Política.

El objetivo de la alianza es agrupar al mayor número posible de fuerzas de izquierda y aislar al máximo al enemigo principal. La alianza es una suma de esfuerzos en torno a un plan de lucha común. Esta suma de esfuerzos puede ser temporal y duradera, de acuerdo al desarrollo diverso del proceso de unidad. En la alianza se plantean de forma franca los desacuerdos, se da la lucha ideológica y política

En las alianzas las expresiones participantes mantienen su independencia política, ideológica y orgánica. Entre ellas no debe existir subordinación, sino el acuerdo y la unidad de acción en torno a intereses y objetivos comunes. Las alianzas deben propiciar un mayor avance en la organización del pueblo.

La coordinación en la alianza no significa la eliminación de las diferencias y contradicciones entre los diferentes aliados. La base del frente está determinada por la oposición de todos los grupos frente al enemigo común, permitiéndonos aglutinar más fuerza para golpear más fuerte. 

3.- Del Frente de Masas.

La construcción del Frente Político de Masas es una condición indispensable de la lucha por el Socialismo. Significa dotar a las masas trabajadoras, campesinas y populares de una herramienta principal en la batalla por el Socialismo. Los miembros del frente mantienen su independencia política y organizativa. Son autónomas. Luchan dentro del mismo por hegemonizar y lograr la dirección, lo cual es natural. El principio de la unidad es la camaradería y la solidaridad irrestricta e incondicional. Las organizaciones marxistas proletarias deben tener la suficiente amplitud, flexibilidad e inteligencia en la construcción del Frente para llevarlo a cabo, reunir a todas las clases y grupos sociales para aislar al Estado opresor y sus lacayos.

El Frente de masas debe tener su propia estructura e institucionalidad, que norme la toma de decisiones y las formas operativas de llevarlas a cabo; así como la relación entre los compañeros y las organizaciones. Esta institucionalidad debe respetar la autonomía e independencia de cada una de las organizaciones que conformen el frente.

La acción permanente consistente en la movilización y educación de las masas debe pasar por el balance y el análisis de sus procedimientos y resultados. El accionar político constituye la forma en que se manifiesta el aprendizaje en la construcción del frente y de las masas. El accionar político es nuestro constante contacto con la realidad y nuestra forma de evaluar nuestra táctica y estrategia. Sólo mediante nuestra actividad práctica se verificará lo acertado de tal o cual posición y sólo la realidad irá resolviendo las contradicciones al interior del frente. Ello requiere madurez y flexibilidad. Las organizaciones del frente deben respetar disciplinadamente las decisiones que al interior del mismo se resuelvan y llevarlas a cabo, aun cuando no las compartamos y creamos seriamente que son equivocadas. Contrastarlas con la realidad a través de nuestro accionar político es la única forma de constatar su certeza.

Las organizaciones que participamos en esta Cumbre de Comunistas, debemos considerar este espacio para la unidad de las fuerzas de la izquierda proletaria, como una oportunidad, convencidos de la necesidad de impulsar la unidad como tarea prioritaria y fundamental de la lucha comunista, y de la necesidad de fortalecer la discusión, el análisis, la coordinación y la unidad de acción.

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