Por IRD²
Ahora que sabemos quién gobierna, resulta relevante conocer el valor de las estadísticas con respecto a la elección inédita de la judicatura recién concluida, comparadas con las estadísticas oficiales relativas al paro magisterial, porque del contraste, guardando las distancias entre uno y otro evento, resulta o se revela la intencionalidad política de la valoración estadística, con la que se dio inicio a la denostación del magisterio democrático, en los tiempos de la 4T, veamos:
En el caso del paro magisterial, la arremetida estelar en su contra, vino de las mañaneras, en los días previos a la elección inédita de jueces y magistrados, cuando en voz del “camaleón” que ostenta el mando de la Secretaria de Educación, se dieron a conocer los datos estadísticos relativos al paro magisterial.
Hagamos una pausa para recordar que Mario Delgado voto en su momento a favor de las “reformas estructurales” y fue cómplice del "Pacto por México" que priistas, panistas y perredistas suscribieron para apuntalar la privatización de la educación, con el argumento de mejorar su “calidad”, y que ahora desde la trinchera de Morena, sin vergüenza dice repeler; al mismo tiempo que sin escrúpulos, defiende como necesario, el sistema de retiro de las Afores.
De acuerdo con los datos oficiales de la Secretaria de Educación los impactos al inicio del paro magisterial de la CNTE afectaron a 1 millón 200 mil alumnos de un total de 20 millones inscritos en toda la república, reportó además que 19 millones de niños, que representan 92 por ciento del total de los alumnos en educación básica, tomaron clases regularmente en 182 mil escuelas públicas, es decir, que al menos el 8% del total de la matrícula de educación básica se encuentran sin clases y continuando con su estadística, reportó que de las 202 mil 184 escuelas existentes a lo largo y ancho del país, pararon 19 mil 974, lo cual representa el 9.8 por ciento del total.
De este modo, con el 8% de alumnos sin clases y con 9.8% de escuelas paradas, el Secretario de Educación se dio a la tarea de pretender MINIMIZAR el paro de la CNTE y levantó el telón de fondo para la narrativa presidencial de que “la CNTE es igual a la derecha”, o “que le hace el juego a la derecha”, o de “que los extremos se juntan”, dando pie a la campaña mediática de denostación contra el magisterio democrático, en su versión 4T.
Ahora bien, un día después de la elección inédita de jueces y magistrados, los datos oficiales hablan que de un total de 96 millones de empadronados, votaron 13 millones de ciudadanos, lo que significa el 12.98% de participación y un 76% de abstenciones. En la correspondiente mañanera estos datos son presentados como “extraordinarios” y se MAXIMIZAN pretendiendo ocultar una triste realidad, que por supuesto, puede tener múltiples explicaciones, empezando por lo inédito de la misma, lo complicado de la selección y el desconocimiento del perfil de las opciones.
En el caso de los alcances estadísticos del paro magisterial, también pueden encontrarse múltiples explicaciones, una de ellas, es sin duda, la operación del charrismo sindical para contener la inconformidad magisterial, aliada en este propósito, con Morena y la 4T, de esta manera se explica también, uno de los beneficios de haber encumbrado al Secretario General del SNTE, ALFONSO CEPEDA SALAS, como distinguido senador de la fracción morenista en el Congreso de la Unión.
Queda claro que en su lucha contra la CNTE, el morenismo y la 4T, hacen uso del añejo y renovado sistema corporativo creado desde los tiempos del General Lázaro Cárdenas y presente desde la fundación del SNTE en 1943 cuando gobernaba Ávila Camacho, mismo que fue útil incluso para reprimir el movimiento magisterial que en la década de los 50 fue aplacado a sangre y fuego por el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, a la par que se ahogaba en sangre al movimiento ferrocarrilero, al de los médicos, tranviarios y petroleros, como antesala y condición necesaria para poder impulsar en aquellos tiempos el llamado “desarrollo estabilizador”, también conocido como el “milagro mexicano”
Lo cierto es que la CNTE nunca se propuso boicotear la elección de jueces y magistrados, esto nunca formó parte de su pliego petitorio, aun cuando por supuesto le brindo al movimiento una coyuntura favorable para presionar y obtener respuesta a sus demandas. En sus declaraciones el maestro Pedro Hernández Morales, resumió y resolvió en una sola frase la presunta intersección de dos acontecimientos que confluyeron en el tiempo, sin llegar a la configuración del “Diagrama de Venn”, (“Nuestras demandas no caben en sus urnas”)
Frente a la provocación gubernamental, mediada por la campaña de denostación, fue y sigue siendo la CNTE, la que actúa con prudencia, desarrollando la movilización social de sus agremiados en el filo de la navaja, sin cruzar la frontera del boicot electoral que tanto aterrorizó a Morena ante la mirada expectante de uno de sus principales progenitores, EL CAPITAL FINANCIERO.
Por muy paradójico que parezca, en virtud del discurso que caracteriza al Nacionalismo Revolucionario, lo que hay que entender, desde el punto de vista del pensamiento crítico, es que el CAPITAL FINANCIERO muda de ropa cuando la circulación de su dinero corre el riesgo de no convertirse en acumulación de capital, es decir, de realizarse en los circuitos del mercado, obteniendo un plusvalor mayor al inicialmente puesto en circulación, proceso que por su puesto inicia en los distintos centros de trabajo con el valor agregado que el trabajo le imprime a la mercancía y que nunca le es recompensado al trabajador. Fue justamente esto lo que ocurrió, en términos generales, con el arribo del neoliberalismo, tras el colapso bancario durante el sexenio de José López Portillo y posteriormente con el rescate bancario de la deuda financiera de la oligarquía, que le fue transferida groseramente al pueblo.
Durante el gobierno de López Portillo (1976-1982), antesala de la irrupción neoliberal, que empieza con Miguel de la Madrid, el capital financiero se debatía en su realización, en medio de una grave crisis económica, caracterizada por la alta inflación, el déficit fiscal y los problemas derivados de la deuda externa, en este contexto la devaluación del peso exacerbó la crisis financiera y se redujo la confianza en el sistema bancario, los bancos enfrentaron problemas de liquidez debido a la retirada de los depósitos, que el gobierno en turno trato de contener con la nacionalización de la banca privada y el consecuente pánico en que entró todo el sector financiero. Sobre los hombros de esta crisis se produjo el asalto al poder del grupo de tecnócratas neoliberales que tiene en Salinas de Gortari a uno de sus más lúcidos exponentes.
Años más tarde, cuando el neoliberalismo salvaje expoliaba sin límites a la clase trabajadora, el capital financiero presenciaba ya las pugnas intestinas de la clase política priista y por el otro lado veía con profunda preocupación los levantamientos armados que se venían produciendo desde la elección fraudulenta del salinismo, hasta el levantamiento neozapatista, acontecimientos que se producen en medios de una ascendente inconformidad social.
Con la visión puesta en el colapso financiero durante el sexenio de López Portillo, se creó el Fondo Bancario de Proteccion al Ahorro (FOBAPROA), para proteger los depósitos bancarios en caso de una nueva crisis de las instituciones financieras, este FONDO termino asumiendo deudas incobrables de los bancos y empresas, cargando su costo al erario público, lo que aunado a la corrupción y a la sed de ganancia sin límites, terminaron por generar incertidumbre, desconfianza y una reestructuración del sistema financiero que terminó por endosarle la deuda de los bancos a los contribuyentes, es decir a los trabajadores, llevándose entre los pies las jubilaciones convertidas más adelante, con las reformas estructurales en las AFORES, Administradoras de Fondos para el Retiro. Sobre los hombros de esta crisiso económica social y política se fue allanando el camino para el retorno del Nacionalismo Revolucionario, en su presentación más benefactora, heredera de los postulados cardenistas y de las visiones económicas que dieron pie al llamado “milagro mexicano” durante el sexenio de Adolfo López Mateo y un tramo del de Gustavo Diaz Ordaz, quien por cierto había llegado a la presidencia con el apoyo del General Cárdenas.
No importa a quién le guste o le disguste, la verdad es siempre revolucionaria y los verdaderos reaccionarios se empeñan, unos, en regresar al modelo neoliberal de explotación capitalista y los otros, en construir un modelo de "desarrollo capitalista” de tipo benefactor, con fundamento keynesiano y hasta cepalino, al modo del Nacionalismo Revolucionario. En este punto hay que recordar la predilección del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, por la gestión de Theodore Rossevelt en los EE.UU y en México por la de Adolfo López Mateo y su arquitecto económico Antonio Ortiz Mena.
Vistas así las cosas, el magisterio democrático no solo ha salido a las calles en defensa de su jubilación, del futuro de sus agremiados y la clase trabajadora, sino también en busca de la transformación usurpada.