Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Botín de Guerra.

Apuntes de un episodio de la Guerra Sucia

Por Italo Diaz²

Desde la antigüedad hasta nuestros días las violaciones masivas de niñas y mujeres han sido recurrentes en los conflictos bélicos. No son pocos los textos literarios que dan testimonio de esta terrible realidad, la encontramos en obras como la Ilíada y la Odisea e incluso en la Biblia, pero también en la modernidad en distintos textos y obras cinematográficas. Así, por ejemplo, en la galardonada obra holiwoodense basada en la novela de Haward Fast , Varinia personifica a la pareja de Espartaco quien, una vez sofocada la revuelta de esclavos, es entregada como botín de guerra a Marco Licinio Craso y luego liberada junto con su hijo por el senador Tiberio Sempronio Graco, enemigo político de Craso, para privarlo del preciado botín.

El caso de Varinia es relevante, aun cuando se trata de un personaje de ficción en la novela política de Haward Fast , por ser la compañera de un insumiso tracio convertido en esclavo y en icono de una rebelión que sacudió las entrañas del imperio romano (recordemos que Carlos Marx se refería a Espartaco como “el mejor compañero que la antigüedad le podía ofrecer”). Otra mujer con un destino similar es Cleopatra VII, la última reina egipcia caída en desgracia por la expansión del imperio romano, quien en un último intento por conservar la vida y el trono trató de seducir al emperador Octavio Augusto, pero este se mostró insensible a sus encantos y decidió llevarla a Roma como botín de guerra. Ante tal perspectiva, Cleopatra se suicidó siguiendo el ritual egipcio de hacerse morder por un áspid, circunstancia que Augusto aprovechó para asesinar también a su hijo Cesarión, y extinguir así la dinastía ptolemaica y anexar Egipto al Imperio Romano.

En “nuestra América”, el 12 de marzo de 1519, ante el asombro de los chontales de Centla, aparecieron los once barcos de Cortés y sus 750 hombres en la desembocadura de los dos grandes ríos del Sureste: el Grijalva y el Usumacinta. A las puertas de la conquista se erguía el inicio de la resistencia. En la Batalla de Centla, considerada la primera confrontación armada entre el conquistador y los pueblos originarios, destaca el caso de Malinalli o Malintzin (La Malinche), una de las diecinueve mujeres esclavas dadas como tributo a los españoles tras la derrota de los indígenas de Tabasco y quien se convirtió no solo en la “mujer de Hernán Cortés”, sino en su traductora para beneficio de sus estrategias militares.

En la historia contemporánea, entre la década de los 60 y los 80, variantes de violencia sexual sistemática contra las prisioneras políticas se practicaron bajo las dictaduras del Cono Sur y Centroamérica. También sucedieron en México bajo el régimen de “la dictadura perfecta” emergida de las entrañas de la revolución democrático burguesa de 1910 -1917.

La práctica sistemática y deleznable del uso femenino como botín de guerra en distintos conflictos internacionales condujo a que en la Resolución No. 1820 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reconociera por primera vez que:

- Las mujeres y las niñas son especialmente objeto de actos de violencia sexual, incluso como táctica de guerra destinada a humillar, dominar, atemorizar, dispersar o reasentar por la fuerza a miembros civiles de una comunidad o grupo étnico [….] La violencia sexual utilizada de esta manera puede en algunos casos persistir después de la cesación de las hostilidades.
De manera similar, en la obra de Jenofonte se distinguen dos consideraciones respecto el valor de la mujer como prisionera de guerra: en el aspecto económico, la mujer se compara con los bienes materiales y las posesiones del marido, equiparando su valor al de una determinada cantidad de dinero; en el aspecto social, se considera el respeto y la honra personal de una esposa en el seno de su comunidad. La mujer cautiva, pues, solía ser convertida en esclava y luego dedicada a la prostitución. La esclavitud femenina conllevaba la pérdida del honor, por lo que era una mancha que repercutía y producía afectación en los hombres.

En días recientes en México, en el marco de la instalación de una “Comisión de la Verdad” escenificada emblemáticamente en el Campo Militar No. 1 y protagonizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y el Secretario de la Defensa Nacional Crescencio Sandoval , Micaela Cabañas —hija de Isabel Ayala Nava, última pareja de Lucio Cabañas— denunció a Rubén Figueroa Figueroa por la violación de su madre como parte de los hechos impunes de la “guerra sucia”.

Considerada como la última compañera afectiva de Lucio y tras una corta militancia en la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres (PDLP), Isabel , “Carmelita”, fue detenida, junto con la madre y familia de Lucio en septiembre de 1974, dos meses después del nacimiento de su hija Micaela Cabañas. Fue encarcelada en el Campo Militar No. 1 donde fue brutalmente torturada por el general Brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite. En su testimonio, Carmelita sostiene:

Él [Acosta Chaparro] estuvo en la segunda sesión, la más violenta. Le agarró los piecitos a mi niña y le puso la pistola en la cabeza; puedo asegurar que es él por las fotografías. En esa ocasión, me jalaron de pies y manos y me violaron. Me zamparon a un tambo de agua fría y me amenazaban con matar a mi hija si no decía dónde estaba Lucio.

Sustraída del Estado de Derecho y de los Convenios de Ginebra y sus protocolos, relativos al trato de los prisioneros de guerra, nunca suscritos por los gobiernos priistas, panistas y tampoco por los morenistas en turno hasta el día de hoy, fue acosada sexualmente junto a la familia Cabañas y finalmente violada por Rubén Figueroa Figueroa a quien se le brindaron todas las facilidades para consumar su felonía. De acuerdo con su testimonio, Carmelita se enteró de la muerte de Lucio un año y ocho meses después de ocurrida, cuando Rubén Figueroa Figueroa visitó a la familia en el Campo Militar No 1. Después de este encuentro, Isabel fue liberada del campo castrense a mediados de 1976 y entregada como botín de guerra al ya para entonces gobernador de Guerrero, quien la puso bajo su custodia y vigilancia, manteniendo en calidad de rehenes al resto de la familia. Liberada del campo militar, Carmelita fue presentada ante el gobernador “en sus oficinas de Transportes Figueroa, en Avenida del Taller y Francisco Morazán, en la Ciudad de México”. Ahí, según sostiene en su testimonio:
Le pregunté por la demás familia y me dijo que se iban a podrir en la cárcel, que no me preocupara, que yo estaba libre. Le respondí que eso no podía ser, porque entre los encarcelados había niños. Le insistí en que debía sacarlos y entonces me preguntó si yo respondía o iba a pagar por ellos. En mi desesperación le dije que sí. Días después fuimos por ellos al Campo Militar Número Uno, los sacaron en un camión de pasajeros y nos llevaron al hotel Metropol , donde estuvimos por lo menos dos meses. Ahí estuvieron Juana, Bartola con sus tres niños y su esposo, doña Rafaela y mi cuñado Conrado… Un día me mandó traer con uno de sus guardaespaldas. Le avisé a mi cuñada [Bartola], para que me acompañara, pero el tipo ese dijo que tenía que ir sola. En cuanto llegué a sus oficinas [Transporte Figueroa] todo mundo se desapareció y él me encerró con llave. Me decía que no iba a salir hasta que ocurriera “eso”. Yo le decía que no quería y él insistía, y ahí estuvimos hasta las 12 de la noche entre sí y que no. Me ofrecía una casa donde yo quisiera con tal que viviera con él. Me ofrecía dinero, una buena posición. Pero yo traía todavía las ideas de Lucio y no podía aceptar, y entonces sucedió la agresión… Para Figueroa fue un desquite, porque me imagino que pensó: “Le chingué la vieja a Lucio”, porque de esa manera actuó, de una manera muy baja. Fue como una venganza.
Como producto de la felonía, Isabel concibió un hijo, que de conformidad con su acta de nacimiento, gestionada por el propio gobernador, llevó el nombre de su progenitor, Rubén Figueroa, hasta el día de su prematura muerte: “El bebé fue enterrado en un terreno familiar, en el panteón de Xaltianguis, y sólo tiene como identificación una cruz. Isabel no guardó documentos ni le fue extendida acta de defunción”.
Mas los delirios y la sed de venganza de Rubén Figueroa Figueroa y la familia agraviada por su secuestro y el desafío político-militar del Comandante Lucio Cabañas no se habían saciado; lejos de lo anterior, se habían agravado. En su testimonio, Carmelita sostiene que el 20 de noviembre de 1978 se “topó” con Figueroa en Chilpancingo:
 Pasaba yo por detrás del Palacio de Gobierno, y de repente sentí un jalón en el brazo. Era él. Me subió a un camión, en el que estaban sus guaruras, y nuevamente me pidió que viviera con él. Le reclamé el abandono y le dije que no volvería a verlo. Me amenazó y me dijo que podía mandarme a matar .
El 3 de julio de 2011, la sentencia del verdugo, tarde pero inexorablemente finalmente se cumplió: Isabel Ayala Nava, para entonces de 54 años de edad, y su hermana Reyna Ayala Nava, de 58 años, fueron asesinadas a balazos por sujetos desde un auto en movimiento cuando salían de la iglesia del poblado de Xaltianguis, perteneciente al municipio de Acapulco. Tiempo antes dos de sus hermanos también habían sido ejecutados sin que hasta la fecha se hayan esclarecido los hechos. Al respecto, la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT) señaló:
El asesinato de las señoras Isabel Ayala Nava y Reyna Ayala Nava se circunscribe dentro de una serie de agresiones, amenazas y actos de intimidación en su contra y en contra de sus familiares. Debido al hostigamiento […] la Sra. Isabel Ayala Nava abandonó el estado durante varios años. En 2008, regresó y se domicilió en la comunidad de Xaltianguis. Durante los últimos tres años, la Sra. Isabel Ayala Nava participó en actividades llevadas a cabo por las agrupaciones "Izquierdas Unidas del Sur" y "Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero". También apoyó las actividades de su hija, la Sra. Micaela Cabañas Ayala, en el marco de la asociación civil "Nacidos en la Tempestad" y asimismo se expresó a favor de la reorganización de la lucha por la presentación de las personas desaparecidas y detenidas durante la "guerra sucia" en el estado de Guerrero. En los primeros meses del año 2011, fueron asesinados dos hermanos de las señoras Isabel Ayala Nava y Reyna Ayala Nava (no se conocen mayores informaciones). La familia Ayala Nava exigió una investigación sobre los hechos ocurridos y debido a ello recibieron amenazas anónimas (Caso, 150711, Asesinato/ Amenazas/ Temor por seguridad e integridad personal/ Riesgo de impunidad).

Hasta la actualidad estos crímenes continúan impunes a la sombra del Ejército, la familia Figueroa y la indolencia y/o complicidad de los gobiernos estatales y federales en turno. Ningún propósito de esclarecer los crímenes del pasado y del presente, en el contexto de la lucha contrainsurgente y la “guerra sucia” que le caracteriza, tendrá un puerto seguro y confiable mientras siga prevaleciendo la impunidad, como la que acompañó al ex presidente Luis Echeverría hasta su tumba, en tanto no se convoque a un diálogo nacional con todas las víctimas, con las fuerzas sociales, políticas y también de la insurgencia armada, en el marco de su reconocimiento como fuerzas beligerantes de conformidad con los Convenios de Ginebra y sus protocolos relativos al trato de los prisioneros de guerra, mientras no se cumplan los compromisos adquiridos en los acuerdos de San Andrés Larráinzar con el EZLN, y no se honren los propósitos establecidos por la Mesa de Intermediación, entre el EPR y el gobierno relativos a la presentación de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, mientras se continúe encubriendo la complicidad del Ejército en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y no se llegue a fondo en el esclarecimiento de los hechos y se castigue a los culpables.