Homenaje a Ricardo Mejía Samaniego a 5 años de su cobarde asesinato.

lunes, 30 de julio de 2018

¡¡ Julio López Chávez Vive: la lucha sigue !!: A 150 años de su fusilamiento.

Por: Ítalo Ricardo Díaz Díaz

Poco conocido y estudiado en la historia de México, Julio López Chávez es un personaje paradigmático que desafío a Juárez y a los reformadores liberales, justo cuando éstos se aprestaban a restaurar la República tras un largo camino de lucha que empezó con la Revolución de Ayutla y el derrocamiento de Santa Ana y termina con la Batalla de Puebla y el fusilamiento de Maximiliano.

En la narrativa biográfica de Julio López Chávez encontramos disensos respecto de algunos datos: Su nombre oscila entre Julio López Chávez y  Julio Chávez López; la fecha de su fusilamiento varía según las referencias: Para algunos el 9 de julio de 1868, para otros el 1 de septiembre del mismo año; Algunos adjudican la redacción del Manifiesto a los Pobres y Oprimidos de México y el Universo a Julio López Chávez, otros a Plotino Rhodakanaty, un migrante de origen Griego, de ideas socialistas, que cobijó la formación política e ideológica de Julio Chávez; sobre la fecha de su nacimiento, hay quienes sostienen que fue antes de 1840 y cuando se busca un retrato del personaje el asunto se complica. En la página Web del Ayuntamiento de Chicoloapan, 2016-2018, sección Crónicas Municipales, se publica una imagen que todo indica corresponde a la de Felipe Solana, un personaje político del Paraguay.

Más allá de los disensos  biográficos, la relevancia del personaje se acrecienta durante la transición obradorista: Primero porque detrás de la Silla Presidencial en Palacio de Gobierno, encontraremos regularmente al benemérito presidente de México, Lic. Benito Pablo Juárez García, por ser éste el referente emblemático, político e ideológico reivindicado por el futuro presidente electo y en segundo lugar porque a la izquierda de Morena, se encuentran un conjunto de expresiones políticas, socialistas y anticapitalistas, para quienes Julio López Chávez es un referente obligado como precursor de la lucha zapatista y magonista.

Reivindicar a Julio López Chávez en los tiempos del obradorismo, significa desempolvar la crónica del primer enfrentamiento armado que se registra en la historia de México, entre liberales y socialistas, pero también, en esa extraña conexión dialéctica que existe entre el pasado y el presente, se abren las puertas para el retorno de los muertos que convertidos en héroes irrumpen en el presente, con su reserva de combustible moral, con su carga de sentimientos y emociones que empujan y animan la lucha de los pueblos en su perenne búsqueda por el reencuentro con su condición humana.

En el panteón patrio de la historia de México encontramos una pléyade de personajes que moldearon con su sangre el rostro de nuestro país y existe una lucha permanente por convertirlos en aliados simbólicos del régimen establecido, o de las causas progresistas y revolucionarias.

Es sabido que con el arribó de los tecnócratas neoliberales al poder, la Revolución Mexicana dejó de ser un referente institucional: Salinas y Zedillo ya no se sentían a gusto con Carranza a sus espaldas, Vicente Fox se sentía incómodo con Juárez y llevó al Congreso, en su toma de posesión a un cristo crucificado; seguramente Santiago Creel y Gustavo Madero, por ascendencia hubieran preferido, el primero a Carranza y el segundo a Francisco I Madero; Obrador prefirió a Juárez y Zapata fue rescatado del uso oficial el 1 de enero de 1994, con el levantamiento armado neozapatista.

En el terreno de la lucha política e ideológica, la construcción simbólica del héroe, puede ser manufacturada con el material de la ficción o de la visión antojadiza, pero también puede ser obra de la racionalidad histórica, por el rescate de su existencia y por la significación simbólica de su gesta. Es la hechura del héroe y su contexto histórico depositado en el corazón de los pueblos. Por eso fue relevante que Carlos Fonseca Amador se reencontrara con Sandino y antes que él Fidel con Martí.

No es fácil confrontar simbólicamente la figura de Julio López Chávez con la de Juárez. Éste es un personaje de peso completo, relevante en el contexto internacional y en la vida nacional. La Batalla de Puebla y el fusilamiento de Maximiliano afianzaron la identidad nacional del naciente Estado mexicano, su efecto corrió a cuenta de una mayor cohesión social, de la escasa y diseminada población en la extensión territorial del país; exaltó también la idea de nación y el antiimperialismo, ya no sólo por la derrota infligida al ejército francés, el más poderoso de la época, sino también por lo fresco de la ignominia que a su paso, en 1848, dejó la bota yanqui y el consecuente despojo de más de la mitad del territorio nacional.

No obstante, sobre Juárez se cierne la sombra de los diálogos Ocampo-Mc Lane, relativos s la cesión de la península de Baja California y el paso a perpetuidad de la milicia yanqui por el Istmo de Tehuantepec, a cambio del reconocimiento político y el apoyo militar EE. UU, en la lucha contra el eje trilateral de los conservadores.

Algún día se sabrá a ciencia cierta la historia de estos acuerdos, en cualquier caso, los hombres de la reforma no podían escapar de la encrucijada geopolítica de su tiempo: Mientras los conservadores buscaban la protección española y francesa, para restaurar el viejo orden, Juárez hacía lo propio con los gringos para la defensa de la República en armas y su postulado reformista. Para los EE. UU y su "destino manifiesto" la prioridad era la expansión de su frontera.

Julio López Chávez se reveló contra unos gigantes hijos de la ilustración; contra hombres provincianos de origen humilde, crecidos políticamente en la era de las luces; contra unos amantes del progreso, el orden, la ciencia y el federalismo; contra hombres polifacéticos de basta y diversa producción intelectual; hombres tenaces y emprendedores, convencidos de su causa, que se asumían como herederos de la lucha inconclusa de Hidalgo, Modelos y Guerrero; contra hombres decididos a sepultar el reino de los "Dones" y la "virtud" de la sangre, para instalar al ciudadano como el sujeto social de cambio y la prosperidad.

Sin embargo, los hombres de La Reforma, en su horizonte exaltado del progreso, tenían limitaciones para entender la complejidad de la propiedad comunal, su raíz ancestral y el México profundo. Veían en ella un refugió de la Trípoli alianza conservadora: El clero, los militares, y el agiotista convertido en banquero.

Los reformadores liberales eran hombres de su tiempo en toda la extensión de la palabra, sus reformas eran congruentes con la necesidad del desarrollo capitalista y la consolidación de un Estado Nacional, ellos eran los revolucionarios de la segunda mitad del Siglo XIX.

Julio López Chávez creció en el entorno formativo de las ideas socialistas de Plotino Rohdakanaty, pero se hizo guerrero en la lucha por las reformas y contra Maximiliano, por lo que obtuvo el grado de Coronel; lo animaban los postulados de la primera República Francesa, las consignas de libertad, igualdad y fraternidad ondean en la proclama dirigida a los pobres y oprimidos de México. Pero Julio López Chávez sabe que el silbato del ferrocarril anuncia el despojo y la barbarie, sabe que en ese punto equidistante del progreso él debe estar con los suyos, con los pobres y oprimidos.

En aquellos años de la segunda mitad del Siglo XIX llegaron a México las ideas de un "socialismo libertario", un pensamiento híbrido que recupera elementos del anarquismo, del socialismo utópico, del liberalismo radical y en menor medida del marxismo, pero rápidamente se constituye en una fuerza dotada de una genuina y profunda vocación transformadora. Su recepción en el pueblo derivó en el impulso de diversas alternativas de organización obrera (cajas de ahorro, asociaciones mutualistas y cooperativas); bajo su influjo se sentaron las bases del sindicalismo; se promovieron la aparición de periódicos y escuelas socialistas y también dieron pie a una desafiante insurrección campesina que reaccionó en defensa de la propiedad comunal frente a la desamortización impulsada por los liberales.

Según algunos estudiosos del socialismo en el Siglo XIX, cuando estas ideas arribaron a México, la población oscilaba en alrededor de 7 millones de habitantes, dispersos en pueblos y rancherías; la población obrera se concentraba en la minería y la producción textil, sumando alrededor de 60 mil trabajadores en condiciones salariales deprimentes; existían 8 fábricas de papel y un sin número de industrias patriarcales; la mayor parte de la población vivía en comunidades indígenas auto suficientes; los centros urbanos se concentraban en Puebla, Guadalajara y hoy ciudad de México; la infraestructura era escasa sino es que inexistente; no había ferrocarril y los traslados se hacían a "lomo de burro"; el capital existente era en lo esencial de tipo comercial y usurero;  el mercado interno apenas y existía.

Plotinio Rhodakanaty forma parte de las remesas de migrantes europeos que llegan a México tras la iniciativa de Comonfort de ofrecerles facilidades para su establecimiento en el territorio como parte de una política de colonización agraria. Llega a México en febrero de 1861, es médico de profesión, y un políglota que habla y entiende 7 idiomas; le tocó vivir la revolución húngara y a su paso por Francia conoce a Proudhon y se familiariza con las ideas de Fourier.

Ya establecido en México no tardó en publicar la " cartilla socialista" inspirada en el pensamiento de Fourier. Plotinio es un gran difusor del socialismo, funda escuelas como "La Moderna y Libertad" en Chalco, bajo cuyo techo se forma política e ideológicamente J. Chávez, pero también es el lugar donde dará su último grito, frente al pelotón de fusilamiento que lo ejecuta por órdenes de Juárez.

En el Manifiesto a todos los Oprimidos y Pobres de México y el Universo, de fecha 20 de abril de 1869, J. Chávez hace una declaración formal de guerra " vamos a una contienda de sangre" contra la iglesia, a quien acusa de solapar y beneficiarse de la explotación y a Juárez de quien dice:"...a pesar de llamarse Republicano, es un mocho y déspota; es que todos los gobiernos son malos. Por eso ahora nos pronunciamos contra todas las formas de gobierno: Queremos la paz y el orden".

En el manifiesto son claros y explícitos los motivos del alzamiento:

1._Queremos el socialismo que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la verdad y de la justicia, que se encierra en esta triada inconmovible: Libertad, igualdad y fraternidad"
2._ "Queremos destruir radicalmente...el estado actual de explotación, que condena a unos a ser pobres y a otros a disfrutar de la riqueza y el bienestar; que hace a unos miserables a pesar de que trabajan con todas sus energías y a otros les proporciona la felicidad en plena holganza"
3._ "Queremos la tierra para sembrar en ella pacíficamente y recoger tranquilamente, quitando desde luego el sistema de explotación; dando libertad a todos para que siembren en el lugar que más les acomode, sin tener que pagar tributo alguno, donde la libertad para reunirse en la forma que más crea conveniente; formando grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin necesidad de un grupo de hombres que les ordene y castigue"
4._ “, Queremos abolir toda señal de tiranía entre los mismos hombres, viviendo en sociedad de fraternidad y mutualismo, estableciendo la República Universal de la Armonía."
5._ "...se nos desprecia como liberales, se nos mancilla como socialistas y se nos condena como hombres"
6._ "Es indispensable... levantar nuestros esfuerzos en torno de la sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo más alto se la República abolición del gobierno y la explotación."

Julio López Chávez se describe a si mismo cuando afirma: "soy anarquista porque soy enemigo de todos los gobiernos y comunista porque mis hermanos quieren trabajar la tierra en común".  La guerrilla agrupó a cerca de 1500 insurrectos, pero son derrotados en Actopan Hidalgo el 17 de agosto de 1869, Chávez es capturado y ejecutado en la casa la Moderna y libertad, el 1 de septiembre del mismo año.

Por su parte Juárez desdeño el levantamiento; "...lo de la sierra no vale nada y ya me anuncia el General Escobedo que todo habrá terminado dentro de pocos días. Ya sabrá usted que fueron fusilados Gálvez y Julio López después de haber sido completamente derrotados. "

Julio López Chávez retorna al Siglo XXI cabalgando con su verdugo, regresa para recordarnos el límite de las aspiraciones liberales y la magnitud de los desafíos en el horizonte socialista.

A manera de epitafio Francisco Zarco escribió el 24 de julio, poco después de la ejecución de J. Chávez:"...ha terminado su carrera en el patíbulo, invoca principios comunistas y era simplemente reo de delitos comunes. La destrucción de la gavilla afianza la seguridad de las propiedades... tiempo vendrá en que será preciso ocuparse de la cuestión de la propiedad territorial; pero éstas por medidas legislativas dictadas con estudio, con calma y serenidad y no por medios violentos ni revolucionarios."

Su defensa de la propiedad comunal nos remite a los estudios de Marx sobre "El Porvenir de la Comuna Rural Rusa" y a los ensayos de Mariátegui sobre la comunidad incaica en el Perú; a los estudios sobre la comuna morelense de Zapata y a las comunidades autónomas neozapatistas. Nos remite también a la visión y lucha de los hermanos Flores Magón y su periódico "Regeneración", término tomado por Obrador para encriptar en las siglas de MORENA el legado de éstos luchadores sociales, cual si fueran sus aliados en el Siglo XXI.

Julio López Chávez no es el estadista de talla nacional e internacional como Juárez, su posición es más humilde, pero no por ello menos digna. Él es un luchador social que convertido en guerrillero se propuso tomar "el cielo por asalto", pero el eco de su último grito libertario se escucha fuerte y claro en los tiempos del obradorismo: 

!!Viva el Socialismo!!


martes, 10 de julio de 2018

Morena: Una oportunidad para el empoderamiento popular

Morena: Una oportunidad para el empoderamiento popular

Ítalo Ricardo Diaz²

En el espectro de opiniones de la izquierda socialista se coincide en que la alternativa morenista, hoy encabezada por AMLO, no representa una opción anticapitalista. Su plataforma económica, política e ideológica apunta mas hacia una economía de trazos keinesianos y al Estado Benefactor, en tanto que en lo político sus propuestas tienden a tomar distancia de la democracia representativa y se aproximan a una participativa. En el terreno ideológico su bautismo evoca al liberalismo jacobino de mediados del siglo XIX, salpicado por la ideología pos revolucionaria de principios del Siglo XX: El nacionalismo revolucionario.

Cualquier caracterización de los componentes de la plataforma alternativa de Morena encuentra rápidamente dos aspectos transversales: Su énfasis en la reivindicación de los derechos sociales y su aversión a las políticas neoliberales.

Hay que considerar también que el virtual presidente electo de México cuenta con un amplio margen de legitimidad, no solo por la copiosa participación electoral de los votantes, sino también por el amplio margen de diferencia existente, respecto de sus más cercanos contrincantes.

En términos parlamentarios Morena contará con el suficiente poder en las Cámaras para pulsar la "Cuarta transformación de la República".

La denominada " Cuarta transformación de México ", constituye un esfuerzo de modernización de la estructura económica rural, para incorporar su capital al desarrollo capitalista, en tanto que en las áreas urbanas se busca revitalizar el papel de la mediana y pequeña industria para incorporar su capital al desarrollo nacional.

En el cruce de ambos propósitos, se alienta, con la política socialmente benefactora, el robustecimiento de los sectores medios (profesionistas, maestros, trabajadores de la salud, estudiantes, etc), no directamente vinculados al proceso de producción de bienes materiales, en la idea, de que sea esta " clase media" la que acolchone el antagonismo estructural, entre capital y trabajo, entre obreros y patrones, entre ricos y pobres.

Este es el viejo y recurrente ideal del liberalismo radical, inspirado en las tesis de Juan Jacobo Rosseau, el mismo que en su ensayo sobre "El origen de la desigualdad entre los hombres", sentenció que el surgimiento de la propiedad privada descompuso el "Estado de Naturaleza" en que vivían los hombres, socialmente armónicos y antepuso la necesidad de establecer un Contrato Social basado en la Soberanía del pueblo, inalienable, intransferible, e imprescriptible, como condición para recuperar la civilidad y racionalidad extraviada

Es también la vieja y recurrente aspiración de los sectores capitalistas, que tras la crisis de 1929 en los EEUU, entendieron que la descontrolada inercia del capitalismo, de producir para el mercado, tendía a generar sobreproducción, no porque hubiera superhabit en la atención de la demanda social, sino porque había depresión en los salarios y capacidad de compra en el mercado. Muchos años antes Carlos Marx y Federico Engels habían advertido esta contradicción e indicado la recurrencia cíclica de las "crisis de sobreproducción".

La situación que se vive en pleno S XXI en México no esta distante de la crisis: El PIB, pese a la apertura comercial y a la ebtrega de los recursos energéticos al capital transnacional, simplemente no despega, el " milagro asiático" no se reproduce en el país; si en cambio, a lo largo de 30 años hemos atestiguado el despojo brutal de los trabajadores y la precarización de sus condiciones laborales y de vida; la concentración de la riqueza nacional en 24 familias y la pobreza indignante de la gran mayoría de la población, que cuando no vive en la miseria, viven, si bien les va, ahorcados por sus deudas a expensas del capital financiero.

La polarización y descomposición social, la descampenización de los ejidos, tras la reforma salinista, al 27 constitucional; el arribo del capitalismo salvaje, el outsoursing (trabajo a destajo y por horas); el fortalecimiento de la criminalidad y la expansión de la inseguridad; el contubernio de los funcionarios públicos con el barco, en un relación simbiótica sin precedentes; los atentados contra la libertad de prensa y los luchadores sociales; la persistencia de la tortura y la desaparición forzada; el alineamiento a los intereses geopolíticos gringos, a pesar de su conducta fascista, no son mas que la expresión de una profunda crisis del Estado Nacional en su dimensión política, económica y social, gestada al amparo de los gobiernos neoliberales y el Consenso de Washington.

La alternativa morenista, larvada a lo largo de la triste noche neoliberal, encontró finalmente terreno fértil para hacerse del poder por la vía electoral; atrás, como parte del proceso de la ascendente inconformidad del pueblo queda el levantamiento zapatista primero y eperrista después, la APPO, Atenco, San Quintín, Ayotzinapa, Nochixtlan, etc, como los estertores de un grito ahogado en la garganta, en espera de que llegue el día en que se descongestione la izquierda socialista, anclada en su fraccionamiento y en su incapacidad de constituirse en una alternativa nacional.

No es la hora de rasgarnos las vestiduras por el jubiló obradorista y nuestra impotencia socialista, tampoco de asumirnos como francotiradores de la primavera morenista por no hacer lo que los socialistas no hemos podido hacer. Es la hora de aprovechar las oportunidades que brinda el naufragio neoliberal para empoderar al pueblo y avanzar en cumplimiento de las tareas democráticas de la revolución socialista.

Los socialistas y comunistas debemos ser los más intransigentes centinelas de la proclama antineoliberal, no solo de palabra, sino en las calles que es donde se forja la fuerza social del cambio que aspiramos. Debemos estar en las plazas morenistas reclamando la abrogación de las reformas estructurales y apuntalando el posicionamiento de la CNTE y la democracia sindical en el magisterio, en todo el sistema laboral, empujando para desterrar a los sindicatos blancos, facilitando el derecho de huelga, los contratos colectivos y la organización sindical de los trabajadores; debemos reclamar la libertad de todos los presos políticos del país y la presentación con vida de los desaparecidos; debemos empujar la recuperación de los recursos energéticos del subsuelo, entregados vilmente a los consorcios extranjeros; defender el agua y la luz como derechos humanos y sociales frente a la privatización neoliberal; empujar la democratización del espacio radioeléctrico de los medios de comunicación; apoyar los acuerdos de San Andrés y las comunidades autónomas zapatistas; a nuestros connacionales mas allá del Río Bravo, frente al fascismo imperial; tenemos que empujar el regreso del ejército a sus cuarteles y oponernos a la ley de seguridad interior, preludio de nuevos escenarios de la guerra sucia vividos en la segunda mitad del siglo XX ; debemos defender también el derecho a la autodefensas de las comunidades y de la población; debemos demandar una política exterior que pugne por el respeto a la auto determinación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos, que recupere la política de asilo que trajo a nuestro país a los Republicanos españoles enfrentados con la tiranía de Franco, a los socialistas chilenos enfrentados con la dictadura de Pinochet, a los guerrilleros cubanos y centroamericanos que conmovieron al continente con el rugir libertario de sus fusiles.

Al cumplir estas tareas avanzamos en la lucha socialista siempre y cuando, lo hagamos preservando nuestra independencia política e ideológica, lo hagamos de la mano del pueblo en sus trincheras cotidianas de lucha, exigiendo el rendimiento de cuentas y la revocación de mandato.

En esta etapa de lucha antineoliberal y por la democracia participativa se deben organizar las bases políticas y sociales de la futura revolución socialista, creandolas donde no existen, robusteciendolas donde ya existen y construyendo la unidad del pueblo y sus organizaciones, preparándonos para los combates decisivos que se anuncian en el horizonte, como el rugir del "tigre" que anuncia su presencia.